domingo, 28 de noviembre de 2010

Rezaré por Jesucristo. Lo que sucedió en la reunión de los católicos de Sagua la Grande con un grupo de seropositivos al VIH.

-
La noche del viernes nos convidaron a una reunión en la iglesia. Fue una emboscada: primero tuvimos que asistir a misa. Una mujer, Gloria, no aceptó arrodillarse al momento de la eucaristía. -¿Por qué, si no creo que ahí esté Dios? –y se sentó-. Yo también permanecí quieto y aproveché para examinar a los concurrentes. Había poco más de una docena de seropositivos. Algunos vinieron acompañados de su familia. Los demás eran feligreses.

La misa rebosó de alusiones: vida eterna, apocalipsis, enfermedad, conciliación. La dicción del sacerdote era pésima. Es maltés, como el halcón de Humprhey Bogart, la noticia más cercana que tenemos de esa isla. Un halcón mudo y oscuro, un cura que bisbisea la liturgia es todo lo que sabemos de Malta, cuya capital es mucho más pequeña que la ciudad del Undoso.

Conozco el ceremonial católico, pero me dio pereza responder las consabidas preguntas. Solo al final me decidí a decir “y con tu espíritu”.

Después de la misa nos invitaron a pasar a la sacristía. Un acólito ofrecía la mano en la puerta con ademán de pésame. Tomamos asiento en una mesa antigua, semejante a la que suelen adjudicarle a la Última Cena, aunque sabemos que no hubo tales muebles en aquellos días. Los que no alcanzaron asiento ocuparon butacas, e incluso un alféizar.

Los convidados conservaron la gravedad litúrgica. Parecían muy desdichados, no sé si debido al “maligno” virus en las venas o al carácter solemne del ambiente.

El cura, vacilante, encaminó su dulce retórica a una idea de unidad y conciliación con la vida, con la eternidad… El mundo no se termina aquí –repetía con su acento desastroso-. Ante la dificultad de seguir hilando en español cedió nuestra dirección espiritual a uno de sus auxiliares. –La iglesia está abierta para ustedes –comenzó-, el apoyo que no encuentren en la sociedad pueden hallarlo aquí. ¿Alguien desea compartir algo?

Nadie habló; alguien empezó a sollozar.

María Francisca, la funcionaria de Salud Pública a cargo de la atención a los seropositivos y la lucha contra el SIDA, recordó que debe su segundo nombre al seráfico santo de Asís. Se congració, efectivamente, con una monja franciscana que asintió, complacida. Pero no se detuvo, mencionó una especie de forum ocurrido en la mañana donde ella tuvo la buena idea de llevar una investigación de “un paciente” suyo. La primera pesquisa –que se sepa- emprendida por un seropositivo en pos de examinar “el problema” desde sí mismo, con la perspectiva de los afectados. Perdón, tal vez no lo dijo con esas palabras, pero no puedo reproducir el estilo de Francisca, errático y sentimental.

A este punto de la conversación tuve que intervenir. Yo soy el autor, el paciente de la enfermera franciscana, su enfermo. Mi trabajo –lo escribí hace dos años para la universidad- versa sobre la cosmovisión de las personas que viven con el VIH, la percepción distorsionada que tienen de su situación por causa de los contenidos simbólicos que la infección ha suscitado desde su origen. Ellos, expuestos al azote de los símbolos, a la enemistad íntima que auspician representaciones negativas propiciadas por los colectivos.

¿Alguien entendió? ¿Alguien añade su experiencia?

Ante el silencio ya no pude detenerme. La condescendencia que degrada, el énfasis en el desvalimiento del compadecido, me colmó. La máscara de los infelices, impedidos de mostrarse completos, se hizo añicos:

- Tengo una preocupación con respecto al rol de la Iglesia en la lucha contra el SIDA –empezé-. ¿Cómo entender que una institución pueda colaborar eficazmente si condena el uso del preservativo?

El maltés sonrió, turbado:

-La Iglesia quiere la humanización del sexo. Promover el condón no resolvería el problema, lo profundizaría. El papa –continuó trabajosamente- ha dicho que si un prostituto comienza a usar preservativos está dando un paso hacia la moralidad.

Hubo un silencio mayor, ya sepulcral. “Promover el condón profundizaría el problema”. ¿Entonces para qué trabajas tú, franciscana Francisca? Difundes condones de la muerte. ¡Qué sutileza de párroco!

Continué:

- Pienso que el primer paso para resolver todos los conflictos en torno al SIDA es el respeto y la aceptación de las diferencias sexuales. Conozco a muchos –algunos están aquí, añadí- que contrajeron el VIH porque sus familias no les proporcionaron una adecuada educación para el sexo y tuvieron que ejercerlo en sitios inadecuados, en un mundo anormal que les devastó la autoestima. La Iglesia –concluí- proscribe las uniones homosexuales y trabaja entonces contra la justicia.

Tal vez no lo dije exactamente así, pero el cura se amilanó. En su articular caótico creí escuchar “Adán y Eva”, “San Pablo”, “Palabra de Dios”… El buen auxiliar vino a socorrerlo. Ahora escuché mejor y sí entendí que dijo “desviaciones sexuales”, y también capté una frase completa: “La Iglesia no condena a las personas sino su pecado. Jamás le niega su caridad a nadie, aunque sea homosexual.”

Me levanté.

- Tengo que trabajar –me excusé-, pero antes de irme les digo que no queremos cielo ni infierno, sino cielo aquí, y esa compasión de la Iglesia que cercena nuestra humanidad no podemos aceptarla.

Dice Eric que todos me tuvieron a mal la intervención. Yo creo que María Francisca –que no cesó de tocarme la espalda mientras intercambié con el párroco- no debió aceptar la invitación de una institución que socava el trabajo de los que combaten el VIH.

Me acordé de un muerto. Le decían Chupeta y una vez dijo, con sabiduría de excéntrico: “el SIDA somos nosotros, ¿cómo combatir contra nosotros mismos?”. Nosotros, los que callamos, los que aceptamos la injusticia sin protestarla.

A la salida, aquella especie de sacristán me obsequió, otra vez, con su compasión:

- Rezaremos por ti.

Y yo por ustedes. Recordé a San Manuel Bueno, el mártir de la novela de Unamuno, y añadí, mentalmente: rezaré por ustedes, y por Jesucristo.

19 comentarios:

Lázaro dijo...

Bravo!

paquitoeldecuba dijo...

Maykel, pero cómo se te ocurre, pipe... Y esa compañera de Salud Pública está perdida jajaja. Con esas compasiones, no necesitamos odios, eh. Muy bien hecho. Un abrazo.

Félix dijo...

Ya sabes lo que pienso de todo esto. Mejor el descampado junto al río, invitas a los mismos muchachos y se ponen a conversar mientras se toman una limonada. Sin párrocos ni instituciones delante que puedan juzgar lo que nadie está capacitado para juzgar. La palabra es terapéutica, pero no para compadecer (que la compasión no lleva a ninguna parte) sino para seguir viviendo y nombrando las cosas que les antoje y como se les antoje. Que en eso consiste este tránsito.

Animal de Fondo dijo...

Querido Maykel, no hablaré de la Iglesia; sería demasiado largo. Sí te diré que he visto muchas veces a lo largo de mi vida a esas instituciones-tiñosas que esperan siempre junto a los seres humanos un momento de debilidad. Creo que es una de las actitudes más perversas que podemos observar en el género humano. Alguien que aguarda paciente largos años el momento de nuestra angustia en el huerto de los olivos para dar entonces el zarpazo, como si fuéramos carroña. En ese instante nos ofrecen su regazo de consuelo para poder volvernos del revés como si fuéramos un guante.
Como todos tendremos un momento así al morir, ese es el lugar donde siempre están, buscando que en la muerte nos desdigamos de nuestra vida. Espero tener la valentía, cuando me llegue la hora, de morir como he vivido.
Pero a efectos prácticos, hace mucho que aprendí que no hay que perder ni un minuto con ellos. La intuición siempre nos advierte bien, pero a veces la traicionamos por condescendencia con los que nos aconsejan de buena fe.
Como Paquito, lo que no comprendo es lo que hace ahí esa trabajadora de la salud pública promoviendo, sin quererlo seguramente, la enfermedad mental.
En fin, hay mucho que investigar y, por supuesto, que hablar.
Un abrazo.

◊ dissident ◊ dijo...

La expresión de por aquí es: "Con la iglesia hemos topado" ¿Qué más podemos decir? Y me parece, como a ti, que deberiamos rezar por ellos (si es que recuerdo cómo se reza) para que JHS les eche una mano.

Un abrazo

Javier de Castromori dijo...

Por esas y muchas otras razones aborresco tanto la Iglesia Catolica y cuanta religion existe en este mundo, hipocrita y maltrecha.
Me conmueve mucho tu prosa, la sutileza de cada palabra y la profundidad de tu pensamiento.
Un placer leerte.

Unknown dijo...

Estimado Maykel, creo que en tu lugar, habría hecho lo mismo.
Bravo

Negracubana dijo...

Hoal Maykel
me alegro mucho de haber llegado a tu excelente bitacora y a este post en especial, el primer problema (de concepto por demas) es querer invitar A SEROPSITIVOS, como si fueron LOS OTROS y no nosotros mismos. La lastima y la compasión invalidan al ser humano para elegir y ser el destino de sus propias vidas. Te celebro hermano

Maykel dijo...

Gracias a todos.

Anónimo dijo...

Leerte me da esperanza, es muy real que la compasión prejuiciada es una manera de excluir, que no es problema solo de la Iglesia, sino de toda la sociedad machista y prepotente, mientras no nos unamos seguiremos cargando con la sublime culpa de la "osadía" de amarnos entre nosotros. Mi corazón junto al tuyo en esta lucha.
Ramón

Anónimo dijo...

No veo nada de sabiduría en tu actuación, solo veo amargura total sazonada con las típicas cucharaditas de odio que inculca el materialismo marxista trasnochado.

Siento total compasión por tí.

Francisco de Toledo

Maykel dijo...

Ramón Guerra, un abrazo.
Me agradó tu blog, y espero que sigamos leyéndonos.

Maykel dijo...

Francisco de Toledo, ¿es coincidencia que te llames como el recio virrey del Perú?

En verdad, Marx no me hizo hablar ahí. Imagínate, es alemán, y ni siquiera lo he leído. Una vez leí una biografía de Engels -rusa, por cierto- que me agradó. En Alemania estaba de moda entonces el pietismo con una aridez espiritual que él rechazó desde niño.

De Marx, mucho más atinado y noble que Fukuyama, digo lo mismo que Martí: se puso del lado de los pobres y merece honor. Martí no era marxista; yo tampoco soy hegeliano. Si alguna sazón filosófica tiene mi actitud debe ser ética.

Si alguien me inculcó algo ahí, si por alguien me sentí inculcado fue por Pepe de la Luz: que se caiga el cielo antes que caiga el sentimiento de justicia.

Me complace que me consideres trasnochado; disfruto mucho la vigilia.

Adrián Quintero Marrero dijo...

Conozco a buena parte de los actores de esta historia. Pero prefiero eludir particularidades acerca de ellos. No sé si lo logre. Es posible que no hubiera maldad en la intención de quienes te convocaron. Pero, ¿no será la ignorancia casi tan dañina como la propia perserva como la propia maldad? El triste que a los retos que impone ser seropisitivo, haya que agregar la estupidez compacidad de estos personajes....

Animal de Fondo dijo...

Como dije que había mucho que investigar, comienzo. Por una parte, me gustaría saber si compartís mi distinción entre lástima y compasión. Así como la una degrada, porque pone a una de las partes por encima de la otra, la compasión yo entiendo que en su sentido etimológico es una palabra muy bella porque nos pone al mismo nivel y nos hace sentir y compartir con los demás. Se puede ver que he empezado por la semántica, por la literatura.
Pero la frase que más duele me parece que es la de "rezaré por ti" y creo que hay que desmigarla. Parte de una mezcolanza de dos conceptos unidos, formando una mentira a partir de medias verdades. Todos somos conscientes, creo, de nuestra fragilidad humana. Es una de nuestras características esenciales. En una de las obras de teatro de Lorca, creo que "bodas de sangre", lo expresa muy bien: "con un cuchillito", dice la madre del hombre muerto. Con un pequeño y simple cuchillito se nos escapa la vida, y esto es así a nivel físico y también a nivel espiritual. Pero lo perverso, me parece a mí, es querer anonadarnos poniendo el énfasis en esta característica como si fuera particularmente nuestra y no compartida como en realidad es. La belleza y la emoción de la raza humana está muchas veces en las heroicidades que estos seres tan limitados que somos podemos acometer. Nuestra fragilidad es nuestra debilidad y nuestra fuerza, porque cuando nos proponemos una meta espiritual podemos conseguir que resuene la "música de las esferas" en sintonía con nuestro esfuerzo. Y con ese esfuerzo es con lo único que podemos contar, es a lo que podemos aspirar. Cuando algunos compañeros nuestros se adhieren a las características de los dioses soñados y se erigen en representantes suyos para hundirnos, están tratando de despojarnos de nuestra humanidad. Por eso nunca podremos confiar en los gurús ni en los salvadores. Esas condiciones son simplemente incompatibles con la especie humana.
"Rezaré por ti" puede hasta ser, en un contexto determinado, una muestra de compasión verdadera, puede hasta significar que se está a nuestro lado. Pero dicho como un recurso para hundirnos, tratando a toda costa nuestro interlocutor de mantener su estabilidad mental, aferrándose a lo que él mismo sabe que no se sostiene. es una herida y una traición. Semejante al que se aferra a la única tabla de salvación que ha creído encontrar en el mar inmenso, y golpea a los compañeros que nunca pensaron en quitársela, sino que solo pretenden hacer lo que puedan por ellos mismos, nadando.
Un abrazo.

Félix dijo...

Es el marxismo malinterpretado el que genera odio. Es la compasión la que genera el rechazo social, cuando se aplica desde el poder, desde una postura de supuesta superioridad moral. No hay sabiduría en una reacción, sino dignidad. Yo me compadezco de quien no es capaz de ponerse en el lugar de los demás, sean quienes sean, porque es muy fácil verlo todo desde fuera, es fácil ser el dedo que señala y no la persona señalada.

Siento total compasión por el espíritu compadecido del que se dice nombrar Francisco de Toledo, y por su forma de intentar impartir cátedra en una casa que no le pertenece.

Yassiel dijo...

No sospechaba las intenciones de tan sugestiva invitación. Alejado de tal retórica quiero estar. Mijo que más se puede esperar de la Iglesia Católica.

ody38 dijo...

Bravo! muy bien, basta ya la iglesia! hipocritas! tengo fe pero mi fe es fuera de la iglesia! si cristo estubiera alli, te diria si usa condones!

Oliverio Funes Leal dijo...

Hola, Maykel. Te visito a menudo. Este artículo tuyo me ha sensibilizado particularmente. Vivo con el VIH, que yo estuviera advertido, desde hace trece años. Todo va bien hasta ahora porque me cuido, y espero seguir así por largo rato. Aunque sea para darle en las aureolas a los "compasionados" que esperan "arrepentimiento" de mi parte para sentirse realizados terrenalmente. Cuando estos personajes hablan del cielo, me viene a la mente Hatuey en la hoguera inquiriéndole al Padre de las Casas si los conquistadores también iban a ese lugar. En mi caso, si hubiese estado en la pira, le hubiese preguntado si los de su clase también iban allí; porque si era así, no... no me gustaría compartir con ellos el mismo espacio, aunque éste fuese etéreo. Gracias por tu entereza.