sábado, 10 de septiembre de 2011

Tres estancias

-

Recién advierto que los hombres se dejan reposar en el alud.
Sus pechos, apenas combados, deforman el muro,
se fruncen bajo la guirnalda.
Les miro con avidez. A los hombres caedizos he llevado
la petición de acogernos; el sueño de que nos hagan sitio
no consiguen cumplir.

La ruta larguísima acaba frente un portón abierto,
el preámbulo anónimo de otro sitio
que pretendemos visitar y nos recibirá forzosamente
en sus asientos de mimbre.

Porque en todos mis sueños hay caminos prolongadísimos
me extiendo sobre el camino torpe, consiento el tránsito.

…………………


Fauré es un viejecillo anticuado.
Le oigo al borde del pretil, con acentos que incitan a caer.
Y el viento, que se considera afligido,
contiene su propia refutación de alas.

Fauré, ahora vertiginoso, impugna su noción con una imagen despejada.
Sobre las pilastras, un cielo antiguo.

El cielo enmohecido por la borrasca
me lo enajena el cuerpo debajo de mí.
Y la música que le oigo, incitándome.

……….

Atiendo a la casa que nos aguarda y a sus escrituras.
Un siglo le debemos.

_______
Foto: Padre Varela y Luz Caballero, Sagua la Grande