miércoles, 25 de marzo de 2009

Un jardín para Oscar

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Oscar no ama este nombre, como si intuyera que cada uno tiene, por algún lado, un nombre secreto, el nombre igual a la esencia que creían los nominalistas medievales, el nombre bautismal de los misterios iniciáticos: la seña que el enemigo no debe conocer, porque sería el ingrediente esencial para preparar un veneno que sí nos mata. Y ese nombre críptico que no se revela al nacimiento sino mucho después, debe cobrar materia desde lo oscuro, debe germinar desde un raro jardín nocturno, o mejor, vespertino, para que la noche vaya imponiendo otros sentidos a quien se vuelve al principio, al jardín prístino de los nombres callados de las cosas.

He de decir, antes de abrir las verjas, cuántos Oscares célebres ha habido: Matzerath, el enano por voluntad de quedar donde los demás son efímeros; Wilde, el dandy redimido por el dolor; Oscar I, muchacho francés que recibió un nombre nórdico como por capricho, sin confiar en el fatuo azar que le garantizaría los tronos de Suecia y Noruega. Matzerath hubiera preferido llamarse Rasputín. Wilde amó, delirante, el nombre de Alfred. A causa de Oscar I hubo una Oscara, que no nació princesa de Suecia y Noruega porque fue bastarda y sólo le legaron aquel nombre. Un nombre raro que ha otorgado reinos y ha hecho añicos de vitrales de iglesia; el nombre tantas veces renegado que hoy me sugiere un jardín circular, redondo como la O e infinito como una cinta de Moebius. Un jardín para Oscar; el jardín para celebrar lo que tanto nos aterra: las preguntas verdes que maduran todavía en los parterres, el tránsito hacia alguna parte, hacia un paisaje diáfano.

Como soy un jardinero mental, y no me conquista la perspectiva geométrica de un André Le Nôtre, he concebido un jardín ecléctico según el algoritmo de los extraños jardines que he recorrido, estancias configuradas por el tiempo. Por momentos pienso que a estos jardines abandonados falta algo; parecieran cubiertos por huellas de dedos que no retornan. El jardín del conde de Casa Moré, por ejemplo: nadie sabe cuándo colocaron el busto sarcástico de Dionisio con la mirada oblicua hacia una tañedora desnuda; la fuente de gusto clásico no ha tenido surtidor en años, se creería un jardín muerto, pero aquí -alivio de Isla- siempre manan aguas del cielo. En un recodo hay una estatua del conde, a su tamaño natural: era de pequeña estatura; le han roto la mano donde llevaba el pliego de las cuentas, el dedo húmedo de contar el oro. En el centro de este jardín, de frente al patio donde subsiste un monograma grabado en el suelo, debe colocarse el palomar del jardín de Juan de Dios de Oña, empinado y ojival como una capilla; la fuente de aquel jardín, semejante a una roca nunca cincelada, para contrastar con la fuente de mármol: el jardinero exquisito en la vecindad del bon sauvage; en el fondo un seto de rosas amarillas y una torre pétrea que aparece en una foto de 1902, detrás de unos jardineros atónitos.
Así Oscar y yo recibiremos otra noche.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo quiero pasear por un jardín así!

Dice Wikipedia que en las leyendas irlandesas, Óscar era el hijo de un héroe y poeta irlandés llamado Oisín y de un hada llamada Níamh.... También Óscar significa "lanza divina".

Mi nombre es nombre de río. Por eso fui "desheredado" por A. F. Koch cuando nací. Decía a mi madre "Oh! Niña, oh no, nombre de río judío no..."

Murió de muerte natural a los 95 años forzada por la entrada de la policía a nuestra casa de la calle Obispo en 1987. Se lo venían a llevar porque se descubrió su horrible historia como soldado nazi.

Me gusta mucho mi nombre, es hebreo y significa "regeneración" "el que regenera". El tuyo, Maykel, es también hebrero, y significa, seguro lo sabes, "¿quien es como Dios?". Es también el nombre de mi ángel. Visto desde los misterios angélicos.

Sin embargo, también me gusta Libélula, y Astrolabio, y otros tantos nombres que me he puesto a fin de jugar.
Puedo ir al jardín vuestro con mis yaquis y mis pañuelos? No he de llevar oráculos esta vez, Sibila está estudiando.

P.d nota curiosa. Maykel, San Miguel..O´scar.. "lanza divina".

"Arcángel San Miguel,
con tu lanza relampagueante
clava a tus pies de bronce
el demonio escondido
que me chupa la sangre..."

P.p.d Al final, sin quererlo, heredé mcuhas cosas del viejo. Entre ellas un antiguo y horrible lienzo de una corrida de toros. Quién me iba a decir que muchos años después, tengo yo que pasar casi todos los días por enfrente de un ruedo. Horror, oh oh niños... El lienzo antiguo fue a parar a la basura en una de las limpiezas antológicas de mi madre. Junto al reloj de barco y un quinqué. Mi inocente madre.

Maykel dijo...

Novelesca la historia del viejo. Creo que tampoco me gustan los nombres judíos, pero el tuyo sí, porque es nombre de agua.
En este jardín tienes parte esencial. Puedes entrar. Más que nunca antes debemos estar cerca, a causa de los tiempos.
Cuéntame más de A.F.Koch, con su nombre de bacteria tísica...

Anónimo dijo...

Qué bien me sienta asomarme a tu jardín... tienes mucha razón, son tiempos...de estar juntos. Me refugio en tí espantado de todo.

El viejo Koch. Una historia terrible.

Mi abuela me llevaba frente a la Bahía de la Habana, por un costado del Templete, donde hay un monumento a los cubanos muertos en el atentado realizado por un submarino nazi durante la segunda guerra mundial al carguero "El Mambí". Me decía "nunca olvides esto".

No sé si esta historia puede ser contada por estos templos, yo creo que sí se puede, si no menciono los nombres. Está vedada porque trajo muchos dolores de cabeza a mis padres y al resto de la familia.

Hay varios libros de Juan Chongo Leiva que hablan del tema. Hubo una aventura "agente secreto" creo se llamaban.

Nunca se supo quién dio las coordenadas de los barco al submarino. Hasta aquella tarde en que vinieron a llevarse al viejo Koch y se llevaron a mi abuela. Y lo rompieron todo, desmenuzaron la biblioteca y los muebles. Y nos enteramos de todo. Tantos años oculto.
Creo que todo comenzó por lo de "la casa del oro". Cuando se empezaron a vender las anticuallas. Habían unas medallas del viejo y el marido de mi tía se interesó mucho en ellas. Vivíamos todo en la casona de Obispo, el viejo estaba enfermo. Y aprovecharon para sacar las medallas. La embajada alemana todos los meses nos enviaba una factura de viveres pero era insuficiente para los aires de grandeza de la familia paterna. Y ahí empezó todo porque las medallas eran swásticas y tenían inscripciones en alemán. Entonces las seguridad del estado empezó sus averiguaciones, y también salió a relucir que el marido de mi tía era uno de ellos en fin, se armó la grande.

Pasaron más cosas, pero no puedo contar por acá viajero mío porque aún viven todos.

Ya te cuento con menos enredos por correo. Una vez me puse a averiguar para escribir la historia, si me googleas, debe salir por allí algo, por Granma sobre mis averiguaciones. Me trajo problemas serios en el trabajo.

Un beso mi viajero, dame refugio en tu jardín.

Anónimo dijo...

Solo me queda decir gracias =)
(Y un "queremos màs fotos" jaja)