domingo, 16 de septiembre de 2012

Censo Cuba 2012: lo raro de la discriminación




Evito aparecer en las fotos de familia. Hago de fotógrafo para los demás. Junto a mi hermano y su esposa, mi hermana y su esposo, no quiero aparecer solo. Lo mismo decidí a propósito del Censo de Población y Viviendas Cuba 2012 y la inconmensurable foto de la familia nacional. No apareceré solo nunca más. Aquí mi padre decide quiénes son parejas y quiénes somos "no parientes", categoría destinada en Cuba para las parejas del mismo sexo; la Organización Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) toma semejante decisión para las estadísticas de la nación.  

Ha pasado más de una semana desde que denuncié la flagrante homofobia del censo. La revelación fue difundida y comentada en numerosos sitios de Internet. Sentí vértigo cuando colecté los informes: creí que me delataría el ceño fruncido, la visible molestia. Una de las funcionarias del Departamento Municipal del Censo dijo “a ti te gusta lo raro”. A muchos parecen raras las uniones entre personas del mismo sexo. En cambio a mí me parece raro que Cuba se contradiga. Que se declare contra la homofobia y corrija el censo con tinta discriminatoria. Que revelen una chapucería tan evidente y que la ONEI, subordinada al Consejo de Ministros, no se disculpe con las parejas suprimidas de la familia nacional. También es raro que el CENESEX, institución que asume el impropio rol de único líder legítimo en la pugna del colectivo LGTB por sus derechos, no se pronuncie. Y no es un silencio inocente; es el “no” intencional que dio a los activistas interesados en obtener apoyo para propiciar una rectificación pública de la ONEI. Este silencio deliberado condena al CENESEX. 

Pese a los recientes desatinos sé que este será el último censo homófobo de Cuba. En la década que nos separa del próximo recuento nos decantaremos al menos de la discriminación institucional. Queda probado otra vez que la paciente espera –el “no estamos listos”- es una sugerencia falaz.  Como decía Martin Luther King, “una justicia demorada durante mucho tiempo, es una justicia rechazada”.

Algunos ortodoxos más o menos bienintencionados me advirtieron, a raíz de la denuncia, que ciertos innombrables podrían malinterpretar mi labor y me regalarían con el sambenito de disidente. Disentir, a mi juicio, es una actitud más natural que consentir. Disidencia, disidentes, son términos lamentablemente resemantizados con una connotación peyorativa. En la Revolución, menos audaz a estas alturas que durante la juventud de mis padres, confluyen rezagos, circunstancias que la Revolución ha aupado contra su propia naturaleza ideológica. La homofobia es contrarrevolucionaria; disentir es legítimo.

No colgué la bandera del arcoiris en la ventana porque no tengo bandera. Si me ciño al tratamiento homofóbico que me obsequian cuando desconocen mi sexualidad y mis proyectos de constituir familia, tampoco tengo casa. Por suerte no me compadezco de mí mismo, prefiero provocar. Por suerte tengo un blog.

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Imagen: Foto que reveló carácter homófobo del censo, 5 de septiembre de 2012, Sagua la Grande. Fotomontaje aparecido en la web Radio Nederland. 


3 comentarios:

◊ dissident ◊ dijo...

¿Qué se puede comentar a esto?

¡Eres grande! Un abrazo

Anónimo dijo...

Estimado Maykel: muy valiente lo tuyo, y te expreso mi admiración porque no se si podría hacer lo mismo llegado el caso. Tus palabras -lamentablemente- me hicieron acordar a un poema de Nestor Perlongher, cuando emigra a Brasil en 1981 acosado por la dictadura militar argentina:
"Bajo las matas / en los pajonales / Sobre los puentes / en los canales / hay cadáveres / En su divina presencia / Comandante, en su raya / Hay cadáveres... "
Un abrazo Ariel.

Maykel dijo...

Amigos, gracias por mantenerse al tanto.

Abrazo, Dissortat.

Otro abrazo para ti, Ariel.