miércoles, 15 de septiembre de 2010

Amélie D...

En julio de 1886 compareció ante un tribunal francés, Amélie D…, una joven de veintiún años y talle endeble, que había nacido en la villa de Sagua la Grande, isla de Cuba. En marzo de aquel año fue examinada por el doctor Paul Descoust, y luego por el trío pericial donde figuraban los respetables Fournier, Gallard y Brouardel. Fue este último -futuro decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de París-, el compilador de las consideraciones en torno al caso de Amélie, publicadas en 1900 para ilustración de un curso de medicina legal.

Amélie D… era hermafrodita.

En la primera entrevista médica ya se vislumbró el veredicto:

Amélie D… se presenta ante nosotros bajo el traje femenino que ha llevado siempre. Su talla es de 1,53 m. (…) El aspecto general, el gesto y la manera de andar hacen sospechar fácilmente en ella un sexo diferente al que indica su vestimenta de mujer.

Amélie D… jamás ha menstruado; afirma experimentar a veces, al contacto de mujeres, erecciones seguidas de un espasmo voluptuoso (…).
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Según esta apreciación, nada le faltaba para considerarse hombre. Pero, ¿en verdad estaba apta para desempeñarse virilmente en la Francia de la belle époque? Y lo principal: ¿cómo se asumía Amélie? ¿Hombre o mujer? ¿Es que no hay alternativa?

Así la describió Descoust, desnuda de cualquier simulación, en su sobrecogedora singularidad:

Debajo del pubis hay una pequeña verga, con 2 centímetros de extensión en estado de flacidez, terminada por un glande redondeado, (…) esta verga no presenta ni meato urinario, ni trazas de canal uretral (…).

Inmediatamente debajo de la base de esta pequeña verga, comienza una hendidura que presenta el aspecto de un orificio vulvar ordinario, aunque mucho más estrecho y mucho menos extenso. Los bordes anteriores de esta hendidura ofrecen cierta similitud con labios mayores.

(…)

El examen microscópico que hicimos del líquido blanquecino emitido por Amélie D… en el curso de sus erecciones, no nos permitió descubrir ningún espermatozoide; ese líquido, recientemente emitido, tiene una consistencia espesa; almidona el lienzo sobre el cual fue depuesto, pero es absolutamente límpido (…).
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La ciencia decimonónica había conocido procesos semejantes. Entre los más difundidos estuvo el de Herculine Barbin, la infeliz Alexina, que fue obligada a adoptar una personalidad masculina y acabó suicidándose. Esta tarde leí sus memorias, redescubiertas un siglo después. Según Michel Foucault, Alexina gozó de los “limbos felices de una no identidad”. Su infortunio, que la obligó a asumir una masculinidad disociada de su formación como en colegios religiosos, se originó al confesar su amor por una mujer. Eso bastó para que le asignaran un rol extraño de hombre incompleto y visto bajo sospecha. Mademoiselle Barbin se convirtió en Abel. Con vacilación conmovedora, sus memorias alternan el género gramatical cuando se refiere a sí mismo/a. Al asumir el suicidio como una opción excusable para su liberación, Herculine lanzó un reto lacerante a los facultativos:

Cuando llegue ese día, algunos médicos, harán un poco de ruido alrededor de mis despojos: destrozarán todos los resortes extinguidos, traerán nuevas luces, analizarán todos los misterioso sufrimientos agolpados en un solo ser. ¡Oh, príncipes de la ciencia, químicos preclaros, cuyos nombres resuenan en el mundo, analizad pues, si es posible, todos los dolores que me han abrasado, que han devorado este corazón hasta sus últimas fibras; todas esas lágrimas ardientes que lo han ahogado, que lo han sofocado bajo opresiones salvajes!
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¿Y Amélie, que según el último informe acudió al tribunal con hábitos masculinos, consiguió insertarse en la sociedad implacable de los normales? ¿Se hizo amar por una mujer? ¿Siguió el destino de Alexina, a quien las prostitutas abrazaban –confesaba ella misma- como a un reptil?

El hombre es una invención –razonó Foucault. Según la invención decimonónica sólo había hombres y mujeres. Los llamados “pseudohermafroditas” pertenecían necesariamente a uno de los géneros convencionales. Correspondía a los galenos identificarlo y a los tribunales su legalización. A Amélie le diagnosticaron una “hypospadias perineo-escrotal”. El criterio médico, que indujo el fallo judicial, interpretó a favor de su tesis algunos estereotipos sicológicos:

Amélie D… declara jamás haber tenido regla, añade que la presencia de mujeres le despierta deseos voluptuosos. Ella se complace en el estudio de las ciencias. Jamás ha podido atenerse a los quehaceres femeninos. Tiene un gusto vivísimo por los ejercicios corporales.

Esto fue suficiente para los magistrados del departamento del Sena. Amélie amaneció con atuendo de garzón. Tomó un coche hasta la sala del tribunal y se hizo reinscribir en los registros. Si el rumor de su conversión llegó hasta Sagua la Grande la célebre comadrona Bernardina habrá recordado el nacimiento de una niña de curiosa anatomía. El padre Lirola tal vez enmendó la partida de bautismo con alguna nota de evidente rubor. Estoy tentado a revisar el archivo parroquial para restablecer su primera identidad. Los informes publicados por Brouardel omiten cualquier dato que pudiera delatar a su paciente, excepto uno que a mí me basta: nació el 12 de febrero de 1865, en la Villa del Undoso, y fue inscripta en los registros de la iglesia de la Purísima Concepción.

¿Quién era Amélie D…? ¿Pertenecía a una ilustre familia sagüera? ¿Podría rastrearse a los protagonistas de aquel drama en las páginas de los cronistas locales? Tal vez, pero no me decido a emprender la indagación. Sería escudriñarla, otra vez, semejante a una criatura extraña, como si no bastara su turbadora belleza.

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Notas.

Ilustración: Hermafrodita fotografiado por Félix Nadar en 1860.

La traducción de los informes forenses es mía. El texto original apareció en P. Brouardel: Le mariage, nullité, divorce, grossesse, accouchement..., Cours de Medécine Légale de la Faculté de Médecine de Paris, Librairie J.-B. Baillière et Fils, París, 1900, pp. 369-371.

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Anexo.

Informe de los Sres. Alf. Fournier, Gallard, P. Brouardel.

Los infrascritos, Alf. Fournier, Gallard, P. Brouardel, comisionados por juicio de la primera cámara del Tribunal civil de primera instancia del departamento del Sena, el 16 de julio de 1886, al efecto de constatar el sexo de Natalie-Amélie-Josépha D…, dispensados del juramento, hemos procedido al examen de la antedicha.

Amélie D… nació en Sagua la Grande (isla de Cuba), el 12 de febrero de 1865. Fue registrada en la iglesia parroquial de Ascenso de la Carissima (sic) Concepción de esa ciudad, como hija legítima del Sr. D… y de la señora M…, su esposa.

Amélie D… lleva actualmente hábitos masculinos. Su talla es de 1,53 m. Tiene la marcha y el porte general de un hombre joven. Sus gestos son bruscos.

Los cabellos son escasos y cortos. La faz es huesuda. Los labios y el mentón están adornados por una barba normalmente dispuesta, bastante dura, abundante; las mejillas están cubiertas de pelos un poco más espaciados.

La voz es fuerte. El pecho está aplanado, cubierto sobre la región esternal de vellos bastante numerosos. No hay ningún saliente que recuerde senos de mujer. Bajo el pezón, la palpación no permite descubrir ninguna traza de glándula mamaria.

Los miembros superiores e inferiores están cubiertos de numeroso pelo. El codo, los brazos, los antebrazos, son los de un hombre; los músculos forman salientes muy pronunciados. La piel no está cubierta por la capa “célulo-grasienta” a la cual se deben las formas redondeadas de los miembros femeninos.

Las nalgas están bastante desarrolladas. Los muslos están algo aplanados lateralmente, no son redondeados como en la mujer. De manera general, los miembros abdominales son relativamente más pequeños que los miembros superiores.

La vejiga es estrecha, no ancha como en la mujer.

Examen de los órganos genitales.- Los vellos que cubren la región pubiana forman un triángulo que se remonta hasta el ombligo. Esta disposición es propia del sexo masculino; comúnmente, en la mujer, los vellos del pubis forman un triángulo cuya base dirigida hacia arriba suele estar completamente limitada.

La región llamada monte de Venus, saliente en la mujer, está aplanada en Amélie D…

Debajo del pubis se halla una pequeña verga con poco más de 2 centímetros; está terminada por un glande de forma redondeada. No hay depresión que represente el meato urinario, pero debajo de la verga se ve un surco netamente limitado, dirigido de atrás a adelante, ocupando el sitio de la uretra en el hombre. Este surco tiene una gran importancia, pues no se ve ninguna traza sobre el clítoris. Se prolonga por detrás hasta el orificio de una hendidura, de la que vamos a hablar. La verga y el glande están recubiertos de una funda que termina en un prepucio móvil, plegado, fácil de desplazar, y cuyos pliegues indican que, cuando esta verga rudimentaria y el glande entran en erección, alcanzan un volumen notablemente mayor.

Debajo de la verga, se halla una brida fibrosa, que rodea los bordes del surco descrito arriba y se prolonga hasta el orificio de una hendidura que presenta cierta analogía con el orificio “vulvo-vaginal” ordinario. Pero si los bordes de esa hendidura recuerdan hasta cierto punto los labios mayores, no se halla traza de labios menores; nada representa el pliegue creciente de la horquilla; no hay traza de una membrana himen ni restos (caroncules myrtiformes) que suceden a su rotura.

Esta hendidura estrecha permite, con cierta dificultad, la penetración del índice en una cavidad que alcanza alrededor de 11 centímetros de profundidad. La mucosa que tapiza esta cavidad es lisa, no se sienten los salientes rugosos de la mucosa vaginal.

Hemos tratado metódicamente de constatar, sea en el exterior, sea durante la exploración practicada en esa cavidad, sea por la palpación abdominal, la traza de un órgano genital (útero, ovario, testículo). Podemos afirmar que, ni en los pliegues inguinales, ni a lo largo del canal inguinal, ni sobre la cara anterior del recto, se siente ningún saliente, ninguna resistencia, no se provoca ningún dolor que permita sospechar la presencia de uno de esos órganos.

Sobre la pared anterior de la cavidad, a 2 centímetros aproximadamente del orificio de la hendidura, se siente una pequeña bolsa en la cual se abre el canal uretral. Debajo se halla una brida. Interrogada sobre la manera de expulsar la orina, Amélie D… declara que no hay chorro, sino una emisión diseminada, lo que se explica por la disposición misma de esa brida. Amélie D… declara jamás haber tenido regla, añade que la presencia de mujeres le despierta deseos voluptuosos. Ella se complace en el estudio de las ciencias. Jamás ha podido atenerse a los quehaceres femeninos. Tiene un gusto vivísimo por los ejercicios corporales.

Conclusiones.- 1. Amélie D… no presenta ninguno de los órganos que caracterizan al sexo femenino (útero, ovarios, mamas).

2. No se descubre la presencia de testículos, lo que permitiría afirmar que esta persona pertenece al sexo masculino.

Pero ella padece de una malformación de los órganos genitales descrita bajo el nombre de hypospadias perineo-escrotal. La autopsia de individuos que padecían esta malformación ha demostrado que pertenecían al sexo masculino. Los testículos, retenidos en la cavidad abdominal, no se desarrollan, y a menudo los canales deferentes no existen. Estos individuos son criptorquídeos: sus testículos atrofiados no secretan espermatozoides.

Estas consideraciones, extraídas de la experiencia, permiten creer que Amélie D… es un hombre.

3. Esta opinión se halla confirmada en este caso particular por el surco que se encuentra sobre la cara inferior de la verga y del glande, surco que representa una uretra masculina detenida en su desarrollo normal durante el segundo mes de vida intrauterina, y del cual no existe ninguna traza sobre el clítoris; por la ausencia de labios menores y huellas de la membrana himen.

Ella lo es, además, por el examen del resto del cuerpo: rostro, barba, cabellos, ausencia de mamas, disposición general de los vellos, forma de los miembros; por la ausencia de menstruación.

Concluimos por consiguiente que la persona nacida el 12 de febrero de 1865 en Sagua la Grande, y nombrada entonces Nathalie-Amélie-Josépha D… pertenece al sexo masculino.


4 comentarios:

Javier de Castromori dijo...

Interesantisimo este post. Conocia el personaje de Herculine Barbin a través de la serie fotografica de Félix Nadar, de la cual una foto sirve para ilustrar tu texto, y también por una pelicula realizada en 1984 por el cineasta francés René Féret, cuyo titulo es "Le Mystère Alexina".
Sin embargo, el caso de Amélie D. es una revelacion total para mi, tomando en cuenta tu aseveracion sobre su vinculo directo con Sagua la Grande.
Te mentiria si no te alentara a que continuaras la pesquiza, mi labor esta centrada en la investigacion. No obstante, quisiera traer a colacion las siguientes palabras del profesor Paul Brouardel a proposito del secreto médico :

"Le secret médical est donc d'intérêt social. Dans la pratique, cet intérêt d'ordre supérieur peut se trouver en contradiction avec les intérêts particuliers, ceux du médecin ou ceux du malade; le médecin témoin des cruelles conséquences de la règle admise hésite, et s'il ne s'est pas assigné, après mûres réflexions, une ligne de conduite inflexible il peut, surpris par les circonstances, compromettre son malade, se compromettre lui-même et regretter plus tard amèrement un entraînement passager."

Pero que yo sepa, no estamos ni el uno ni el otro sujetos a este tipo de ley deontologica.

Gracias, y perdona los acentos. Mi maquina es francesa.

Javier de Castromori dijo...

Regresando a lo anteriormente dicho y a tu posible extension investigativa, cabe la posibilidad de una conexion entre la familia de Amélie con la de una de las glorias sagüeras: Joaquin Albarran. Urologo muy famoso en el Paris de aquellos años, bien pudo recomendar a la familia coterranea a uno de estos profesores.
Si en algo puedo ayudarte...
jdcmori@gmail.com
Saludos

Maykel dijo...

Amélie y Alexina tienen bastante en común. Al parecer fueron víctimas de los mismos criterios médicos y legales del siglo XIX. Ambas, después de educarse como mujeres, fueron obligadas a fungir de hombres. Leí las memorias de Herculine y te confieso cuánto quisiera averiguar si Amélie pudo rebasar la metamorfosis o acabó suicidándose como su antecesor Abel Barbin. La verdadera identidad es fácil de establecer, pues gracias a Descoust y a Brouardel, está clara la fecha de su nacimiento y la iglesia donde fue registrado su bautismo, en Sagua la Grande. Ahora, para averiguar su destino, el nombre que se adjudicó, los pormenores del juicio, y el desenlace de su drama, habría que investigar en Francia. Ya hice algunas averiguaciones: no existe el antiguo departamento del Sena, pero sus archivos sí se conservan.

Javier, ¿podrías ayudarme en la pesquisa?

Me complace notar que conoces bien a la Villa del Undoso.

Un abrazo desde Sagua la Grande.

La Guardarraya de la Siberia dijo...

Este post me ha llegado a través de una amiga, cuando ya iba a quejarme de lo descarnado de la mañana escandinava.

Le he agradecido a ella el gesto, y te agradezco a ti la lectura: me ha parecido interesante en grado sumo.

Saludos.
Mariana