miércoles, 15 de abril de 2009

Temporada de ranas

Ha comenzado la temporada de ranas. Hay plaga, como en el Egipto de Moisés, enviada probablemente por Dios. Anoche vi la primera, escondida detrás de la improvisada despensa a un extremo de la cocina. Tuvo que cruzar patios y tapias para llegar hasta aquí. La casa es alta y claustral como una fortaleza, pero ellas saben llegar en verdes oleadas. Cuando vivíamos en un apartamento alto hace años, también hacían acrobacias. Subían a tenderse en las alacenas a la caza de alguna cucaracha desprevenida. Venían a aliviarnos un poco de tanto sosiego nocturno, como si no importara servir de víctima casual o deliberada a la hostilidad de este mundo. C., que ya senil conserva los arrestos de legítima teckel, acostumbra cazarlas apenas caen bajo sus tristes cataratas. La asquean: hacen vomitar; pero en C. es más fuerte el instinto del cazador que la razón. El año pasado, al cerrar la puerta de la cocina que da al pasillo, mi madre sintió una resistencia, una fuerza se oponía a dejarle clausurar por otra noche la vieja fortaleza. A la mañana descubrió una de nuestras ranas aplastada cerca de la bisagra. “Tu amiga ha muerto”, dijo. Cuando despegamos el cadáver no quedó más que un hilillo verde marcando el contorno de su cuerpo sobre la madera, la misma línea que dibuja la policía en los escenarios criminales en lugar del cuerpo. ¿Acaso las ranas llevan agua en las venas en lugar de sangre, agua verde de charcos secos y matojos húmedos? Por momentos me creo lo que dijo R. una vez con ánimo de tomarme el pelo: “Tonto, ¿tú no sabes que este año se extinguen las moscas?”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Justo vengo de leer a Lovecraft y compañia y sus relatos sobre lo macabro de las ranas y sapos...segun ellos,son emisarios de los Antiguos y esconden cosas terroríficas en su ser..Mejor ten cuidado :) TQ

Maykel dijo...

Ja... Bienvenida la advertencia. Mira, que anoche se multiplicaron y por lo menos fueron azote para las cucarachas.
Sigo comunicado a medias. El correo habitual no quiere abrir hoy. Blogger ni siquiera me deja subir fotos. Los textos van con ciertas jorobas y manquedades. Confío en los amigos entenderán.

Sigo intentándolo donde hay ranas.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mi Nictálope, por acá la invasión es de babosas. Tengo fotos y algunos videos. Lo peor de todo es que desaparecen demasiado rápido y no es porque se inmolan como ofrenda a Orichas sino que son cosidas en enormes paellas de hierro para sazonar al plato tipico y desagradable de estas tierras. Sólo quedan las caracolas vacías....

(Si uno acerca una caracola de tierra al oído sentirá el estrépito de un terremoto o el borboteo del magma en el centro de Gaia?)

Las ranas de tus "estos días" me recuerdan la invasión de cangrejos y el ángel viejo con alas enormes. Encontré un filme cubano de la década de los 80 genial basado en este cuento de Márquez. Yo es que no puedo evitarlo, adoro como escribe, junto a Lezama y Carpentier son mi trío favorito. Por ahí hay una foto de otros tiempos míos en el Hotel Nacional delante del retrato de dos de ellos.

Al trío se han incorporado dos más que no puedo dejar de beber: el poeta Osmany Oduardo Guerra y tú en este espacio tan tuyo, tan de todos, tan de Cuba.

Hay tantas cosas pendientes siempre de contarnos! Pero el barro de estas lluvias donde la ranas y las babosas insisten en precipitarse al Todo, hará el milagro.

Un abrazo de los enormes y largos y un beso en tus manos,

Libélula

Anónimo dijo...

P.D FE de erratas, donde dice "coser· debe decir "cocer", no hay hilo tan fuerte como para coser caracolas a una olla plana de hierro. Ni porque me encuentro en la madre lengua original puedo escapar de los errores.. ya sabes.. "son errores de mi amiga la mecanógrafa"

besotes y sorrys