viernes, 4 de noviembre de 2011

Un libro intonso

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Intacto sigue -impedido de palparse-,
con la acritud de un libro intonso.

Se arropa con los paños de un muro
-va de púrpura, tremola una túnica-
y sale a pregonarse numen,
a mentir
con su verdad inaudita,
mientras los animales esquivan el rastro de su hedor.

De cuando agitaba la pernera
para aligerarse quedó un puñado de calderilla.
También dejó caer unas tijeras
con la trompeta del Juicio
grabada junto al tornillo que articula ambos filos.

Por la cisura se fue la noción de cualquier dictamen diáfano.

El clamor de la trompeta
–su verdad inaudita- me ensordeció.

Él seguía a salvo, malogrado para el mundo,
como un libro intonso.

3 comentarios:

Yuris Nórido dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gino Ginoris dijo...

Nuca encontré belleza en estos libros, parecen inacabados, no así en tus letras.

Maykel dijo...

Argonauta, lo que me violentaba un poco de estos libros era el acto de rasgar los pliegos.

Lo intocado como cualidad esencial desaparecía...

Un abrazo.