sábado, 16 de febrero de 2013

Mar interior




La mayor prueba ha sido el tránsito
por la escarpada boca que se abre a un mar interior.

Me atizó la turbación de exponerte
a la pleamar que disimula las restingas
de mi carácter
y me exime de la piedad
que obsequian al súbito pez.

Llueve desde anoche sobre estas aguas miserables.

...


Túneles

Los senderos de mi ánimo
se adentran en la montaña
y conducen a los túneles desafiantes
que prometen la guerra.

Abatía recorrer mi propio extravío
hasta la sala cruenta donde un animal roe los escalones
y las luces mortecinas del mundo superior
alumbran un insulto consignado en la pared.

Las bóvedas exhalaban la húmeda prueba de la realidad.

Al fondo del corredor se articulaban
las siluetas obscenas de mi teatro de sombras.

Me detuve a verlas, remotas y ágiles,
encajadas entre sí, pues la amplitud
del túnel  alejaba mi deseo de ellas
y las desnudaba memorablemente, sin disponerme
más que a la serenidad, 
y conseguía ahuyentar así de mi ánimo
el temor de la guerra.

...

Niño feral

A menudo resurge el rictus del niño feral.

Dijo que no le tomáramos juramento:
la historia suya era terrible,
como la floresta desquiciada que le acogió
en la peor estación
supone luengos y atroces misterios. 

Se miente acaso para velar la ignominia,
pero nadie encubre la desnudez de la razón
con una invención inútil. 

Poseía manos predecibles, de palmas hoscas
y  líneas anudadas por su misantropía. 

5 comentarios:

◊ dissident ◊ dijo...

Siempre tan inquietante... ¿Y ese niño? ¿Quién es ese niño?

Un abrazo desde la vieja y decadente Europa.

Maykel dijo...

Querido amigo, supongo que el niño soy yo mismo.

No puedo ocultarte nada: eres el último de los antiguos lectores, y debes creerme si a estas alturas digo que escribo para ti.

Abrazos desde la ínsula extraña.

◊ dissident ◊ dijo...

Gracias por esas palabras tan hermosas. Eso de pensar que alguien como tú, tan encantador, tan culto, y tan imprevisible también, escribe "para mí", infla mi ego (y no te creas que no me hace falta). Sigue pues escribiendo, querido "niño", y déjame ver el mundo, tu mundo, a través de tus oscuros ojos.

Siempre he pensado que si la distancia no fuese tanta, podría pasar horas y horas escuchándote, bebiendo de una botella de buen vino, embelesado.

¡Un fortísimo abrazo!

Gino Ginoris dijo...

Yo no he dejado de leerte, nunca, aunque no comente, te sigo, siempre.
No me gustó este poema, y no hay manos predecibles,miradas sí, muchas.

Abrazo.

Maykel dijo...

Ah, querido Gino, sé que andas por ahí...
Tampoco me gustó ese último poema.
Ten un abrazo.