martes, 19 de julio de 2011

La voz sale del plexo

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Me ronda todavía la advertencia que Rilke hizo a Kappus: creer que se podría vivir sin escribir basta para abandonar la escritura. Nunca transcurre un año sin que vuelva a preocuparme: ¿he de escribir?

Los textos surgen erráticos y el estilo -en pugna consigo- unas veces viene escueto y otras profuso, en aluviones contrarios. Esa colisión debería engendrar un hijo de las aguas, pero a menudo se resuelve en una quietud oscura.

La posesión de una pequeña verdad no es suficiente. Expresarla requiere un algoritmo desconocido. ¿Quién puede asistirme? ¿Quién que haya encontrado su propia lógica y desee revelarla? ¿Hay tales mistagogos? Rilke descreyó, en materia de poesía, de cualquier didascalia que no fuese personal. Según esta tesis la poesía propia siempre debe bastar. ¿Pero qué hacer si, por sed de expresar, no me basta? ¿Insistir? ¿Rehacer el puzzle del poema? ¿Hasta dónde sería saludable? ¿Por qué Rimbaud dejó de escribir? ¿Hay una frontera que no se debe traspasar? Acaso hay un sitio de tal clarividencia donde la conciencia creativa se conforma con haber imaginado su hijo de aguas enfrentadas.

Encima, cada oración filtra lecturas, textos fragmentarios. Sería bueno no haber leído nunca y decir lo mío al oído de un árbol, sin confiarme al papel.

Releo estos parráfos, enfermo como estoy de sentidos tácitos, y se me antojan ingenuos y algo simples.

La bailarina Isadora aseguraba que aprendió a bailar con Nietzsche y Wagner. Quizás ella, y la señora que repasa las hojas caídas en el parque, y el viejo que habla con alguien cuando todos creen que habla solo, puedan enseñarme a escribir. Quizás el origen de la imagen inconciliable con la palabra que la designa esté en el plexo solar.
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Foto: Isadora Duncan.
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6 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

El texto no me parece ni simple ni ingenuo, Maykel; las preguntas son de difícil contestación.
Ese librito de Rilke ha sido uno de los decisivos en mi vida, aunque no con respecto a la literatura sino en referencia a las relaciones amorosas. Esa visión de los sexos como compañeros y no como opuestos y esos "sucederá algún día que el hombre y la mujer ya no sean..." cito de memoria; la imagen de la carta sellada que muchos no llegan a abrir (nacen simplemente para transmitirla) me forjó el propósito de no ser nunca así. Tal vez es el libro que más veces he regalado y que menos ha gustado a aquéllos a quienes lo regalé.
Te copio de Azorín, en "Un pueblecito: Riofrío de Ávila", uno de mis libros preferidos: [rectifico: copio de internet] "Todo debe ser sacrificado a la claridad. Otra cualquiera circunstancia o condición, como la pureza, la medida, la elevación y la delicadeza, debe ceder a la claridad. ¿No es esto bastante? Pues para los puristas lo siguiente: "Más vale ser censurado de un gramático que no ser entendido."
Es verdad que toda afectación es vituperable; pero sin temor se puede afectar ser claro. La única afectación excusable será la de la claridad. No basta hacerse entender; es necesario aspirar a no poder dejar de ser entendido.
Sí; lo supremo es el estilo sobrio y claro. Pero, ¿cómo escribir sobrio y claro cuando no se piensa de ese modo? El estilo no es una cosa voluntaria, y ésta es la invalidación y la inutilidad -relativas- de todas las reglas. El estilo es una resultante... fisiológica.
Cuando el estilo es oscuro, hay motivos para creer que el entendimiento no es neto. "Estilo oscuro, pensamiento oscuro." Se dice claramente lo que se escribe del mismo modo, a no ser que haya razones para hacerse misterioso.
[...] Vamos a dar una fórmula de la sencillez. La sencillez, la dificilísima sencillez, es cuestión de método. Haced lo siguiente y habréis alcanzado de un golpe el gran estilo: colocad una cosa después de otra. Nada más; esto es todo. ¿No habéis observado que el defecto de un orador o de un escritor consiste en que coloca unas cosas dentro de otras, por medio de paréntesis, o de apartados, de incisos y de consideraciones pasajeras e incidentales? Pues bien, lo contrario es colocar las cosas-ideas, sensaciones- unas después de otras. "Las cosas deben colocarse -dice Bejarano [es el cura protagonista, el cura de Riofrío, Bejarano Galavís]- según el orden en que se piensan y darles la debida extensión." Mas la dificultad está... en pensar bien. El estilo no es voluntario; el estilo es una resultante fisiológica."
¡Abrazos, Maykel!

Anónimo dijo...

Se pasó al bando de los babosos, el comentarista que me precede.
Tú, sigue escribiendo, cuando lo desees y de la forma en que quieras, el que te lea entenderá o no, ese es su destino, el tuyo es seguir tus instintos.
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Maykel dijo...

Animal de Fondo, me parece justa la frase: "el estilo es una resultante fisiológica".
Queda claro que la claridad es un deber, además de un placer. ¡Pero qué difícil alcanzarla cuando uno se debate contra el lenguaje insuficiente que nos dieron!

¡Abrazos para ti!


A mi otro comentarista: seguiré escribiendo, por ahora, como pueda...

Félix dijo...

De alguna manera pienso que la gran diferencia a la hora de escribir radica en "aquel" que elijamos como destinatario de ese texto. En lo que pretendemos que sea ese destinatario. Está claro que uno no escribe lo mismo para sí que para los demás, que hay literatura con conciencia de lectura futura, y la hay que sólo pretende de algún modo justificarnos o justificar nuestras necesidades. Dickinson no quiso agradar a nadie con sus escritos; Rilke escribía para otros con conciencia de oficio. Las cartas de Gide son ejercicios de escritura con conciencia de revelación futura; no así las de la Avellaneda, quien rehuyó de toda confesión estrictamente personal.
Discrepo con el primer comentarista sobre la relación entre estilos oscuros y pensamientos oscuros. El pensamiento es siempre oscuro (¿acaso alguien ha podido revelar la estructura de un pensamiento dentro del órgano, más allá de una aparente lógica sintáctica?) aunque su plasmación no es necesariamente un acto de oscuridad, salvo que uno sea un orador y pretenda que el texto arribe a una buena cantidad de personas en un momento de comunicación determinado, lo cual determina la relación entre lógica de pensamiento y articulación del lenguaje. No he conocido texto más oscuro que "When Lilacs Last in the Dooryard Bloom'd" de Whitman, porque obedece a una lógica hermética; pero no creo que obedezca a una percepción más oscura que la propia complejidad del mundo y los acontecimientos que evoca. Tampoco he encontrado un poema mejor elaborado en su complejísimo sistema de relaciones simbólicas. Entonces entra en juego el entendimiento y sobre todo, la capacidad de entendimiento. Uno también elige a sus lectores, no tanto a partir de la inteligencia, sino sobre todo de la experiencia.
Escribir... Rimbaud "dejó" de escribir de cara al mundo editorial. Nunca sabremos si en verdad dejó de hacerlo mientras viajaba. Es mayor el cúmulo de literatura destruida a lo largo de lo siglos, que el de la publicada. Las grandes obras que perduran sólo son aquellas que tuvieron oportunidad de ser conocidas.

Anónimo dijo...

Maikel... no quiero hacer una disertación sobre la capacidad transformadora de la literatura y menos sobre la forma y estilo que "debería" tener la misma...la mayoría de las veces son discursos formales que terminan por olvidar el verdadero significado y propósito de la literatura; solo quiero decirte que te he leído desde muchos diferentes cielos... que espero con la esperanza ávida del cuerpo tus nuevos textos. No dejes de escribir... y yo prometo no dejar de leer!

Maykel dijo...

Félix, me ha sucedido que empeñado en ser diáfano y preciso he resultado oscuro. Parece una paradoja: la expresión que aspiraba dejarse ver de pronto se torna turbia.
Lo que queremos decir, por supuesto, siempre se oscurece. La fórmula de Azorín es tan sencilla que no parece de este mundo.

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Al Anónimo, un abrazo.