martes, 27 de mayo de 2008

Lezama de los gatos (en la noche no hace trampa)

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A Noche, que sabe de juegos en la tiniebla
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En lo que Cintio Vitier vislumbra semejante a "un ballet", "dentro de la lógica de un argumento que se desconoce" -el carácter épico-descriptivo de cierta poesía de Lezama- el gato no es un personaje tan recurrente como pudiéramos pensar a la primera ojeada; sin embargo, sí encarna suficiente contenido simbólico -a veces dual y enigmático- para que nos ocupemos de su rol en la cosmología del poeta.
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El gamo, el antílope, el ciervo, la abeja, el cangrejo, la serpiente, la hormiga, el tiburón, el caballo, el pez, son las bestias mejor descritas por el naturalista Lezama. Los "animales más finos" ya formaban única sustancia con el paisaje en el poema inaugural de "Enemigo rumor"(1941) . Curiosamente, en ese primer y reducido catálogo no figura el gato, y es que en el último verso se nos presentará como sucédaneo del objeto asediado, el objeto de la poesía:
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(...)
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.
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Según se deduce de un artículo de Vladimir N. Toporov, notable semiólogo de la Escuela de Tartu-Moscú, la naturaleza mitopoética del gato es ambivalente. En numerosas tradiciones mitológicas su imagen está vinculada a la encarnación de divinidades del estrato superior; en otras variantes, sobre todo de la mitología inferior, apenas es una criatura ctónica que sirve de acólito al espíritu del mal y despliega fuerzas sobrenaturales en beneficio de los brujos. A primera vista pensamos en la veneración que consagraron los egipcios al gato y en la persecución medieval de que fue objeto en la supersticiosa Europa. Toporov apunta otros ejemplos: en Egipto fue hipóstasis de Ra -el sol-, a quien solía alabarse con esta fórmula en las inscripciones de las dinastías XIX y XX: "Tú, el gran gato, vencedor de los dioses"; entre los eslavos del Báltico y del Mar Negro, el gato aparece relacionado a los relatos relativos al luchador-contra-la-sierpe como protagonista y/o antagonista de este generalizado modelo folclórico; en la tradición japonesa, también es una criatura maligna, a veces con rasgos de vampirismo; para los chinos, en cambio, el gato posee la capacidad inherente de alejar los malos espíritus. Veamos con cuáles predisposiciones mitopoéticas suele presentarse en la poesía de Lezama.
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En "Cuerpo, caballos" (II), también de "Enemigo rumor", se leen estos versos:
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Se te quemaron las manos. No tenemos agua ni ganas de
olvidar.
Ni ganas de amar si el aire no es agradable.
Si no es agradable la mirada del gato incendiado.
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En la elegíaca "Oda a Julián del Casal", a la condición acechante, poseída por una tácita maldad, añade Lezama cualidades absolutamente espirituales y lúdicas, como si el gato fuese una especie de monstruo ingenuo capaz de engendrar inusitados eventos, perspectiva que luego será desarrollada en otros poemas:
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Los fantasmas resinosos, los gatos
que dormían en el bolsillo de tu chaleco estrellado,
se embriagaban con tus ojos verdes.
Desde entonces, el mayor gato, el peligroso genuflexo,
no ha vuelto a ser acariciado.
Cuando el gato termine la madeja,
le gustará jugar con tu cerquillo,
como las estrías de la tortuga
nos dan la hoja cariciosa de nuestro fin.
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"Fragmentos a su imán"(1977), el poemario póstumo de Lezama, contiene la gran tribu de los gatos. En "Doble noche", texto que Vitier hace emular con el capítulo de las pesadillas de "Paradiso", el gato es el engendro ctónico que inaugura un estado de extrañeza -tema nunca abandonado por Lezama- en la noche, densa como espacio mítico. La atmósfera turbia de esta noche efectivamente recuerda el tránsito de José Cemí por La Habana tenebrosa del penúltimo capítulo de "Paradiso". Aquí el gato, al principio adormecido, propicia un súbito, un develamiento: la noche se transfigura, deja escapar su carácter corriente por un agujero, deja de ser noche para transfigurarse. La tercera parte del poema, ya absolutamente onírica, apunta hacia la imposibilidad de asir y (des)componer eso que llamamos noche, contituido por añicos, fragmentos. El viejo sueño de los filósofos: la inducción; llegar a la generalidad mediante el oficio de las pequeñas conquistas, como quien compone un puzzle. Pero la noche se presenta irrompible, inconquistable. La relación del poeta con la noche vuelve a formular el primer hallazgo metapoético de Lezama ("Ah, que tú escapes en el instante en el que ya habías alcanzado tu definición mejor"). Dice el poema "Era un combate sin término entre lo que yo le quería quitar a la noche y lo que la noche me regalaba". El gato aquí es un agente desviante, un animal del diablo que viene a terciar con el poeta por la posesión de la noche:
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La noche no logra terminar,
malhumorada permanece,
adormeciendo a los gatos y a las hojas.
Estar aprisionada entre dos globos de luces
y mantener, como una cabellera
que se esparce infinitamente,
el oscuro capote de su misterio.
La noche nos agarra un pie,
nos clava en un árbol,
cuando abrimos los ojos
ya no podemos ver el gato dormido.
El gato está escarbando la tierra,
ha fabricado un agujero húmedo.
Lo acariciamos con rapidez,
pero ha tenido tiempo para tapar
el agujero. Hace trampa
y esconde de nuevo la noche.
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En "Aquí llegamos" -también de "Fragmentos a su imán"-, otro gato, esta vez con antifaz, ejerce dominio sobre la pieza de dormir. En "Universalidad del roce", que Vitier considera una versión "imaginativamente fabulosa de la cópula", el coito entre el gato y la marta cebellina "no pare un gato / de piel shakesperiana y estrellada, / ni una marta de ojos fosforecentes. / Engendran el gato volante"; es otra imagen de la vivencia oblicua, una de las singulares categorías del sistema poético de la imago compuesto por Lezama, defendido con fe de teólogo en sus ensayos y probado en la praxis de su poesía.
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Al último poema del libro, que fue también el último que escribiera Lezama, el 1 de abril de 1976, vuelve el gato, en disposición semejante a la del principio. Primero, era como el viento gracioso que no se deja definir; ahora es la ausencia del viento, "el vacío, / como un gato / que nos rodea todo el cuerpo, / con un silencio lleno de luces."
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17 comentarios:

Blimunda dijo...

muy interesante lezama..
y tambien lo de las ruinas... tienen esa cosa de paso de tiempo materializado...
adios!

Maykel dijo...

Gracias por dejarme esta pequeña esquela donde haces constar el tránsito.
Estuve explorándote también; he disfrutado descubrir que ambos conocemos "la dinastía de soles" de Alejandra Pizarnik.
Ella fue sobrecogedora como nadie. Recuerdo ahora mismo un texto donde describe un maniquí inerte, el desastre de un territorio común y desolado para luego decirnos a bocajarro "hablo de mí naturalmente".
Enhorabuena, Blimunda, por todo lo entrevisto...

Anónimo dijo...

Mi querido viajero, te he dejado una carta en tu casa, bajo el velador.

"Me gusta cuando no callas porque estás presente."

Dame tiempo para tus Arcanos, para las Inmaculadas, para las fotos y las genealogías de Remedios. Cuando me acople a este ritmo nuevo, fluirán.

Pero no me des tiempo de estar en ausencia de vos, puesto que te necesito, a ser posible canta, desde el pecho y hacia todos los corredores de mi casa vacía y sin golondrinas, pues la primavera se va y se las lleva con ella.

Ofíciame de Sol, haz que muera la semilla y nazca la raíz y la planta, seca las charcas que dejan los riachos y que me hacen bogar.

Tu eres el niño que viene de las estrellas a mecerme con su canto, mientras construyo un cuna para los dos y el mundo.

Gracias por traer también los Gatos , son poderosos guardianes. Ahora que están, me siento más protegido, como si me abrazaran.

Te dejo la carta en el velador, recuerda, está en la habitación pequeña, cerca del oratorio. Ten cuidado no tropieces con el tiesto de los Helechos, están dormidos. Alguien los ha quemado, y dicen los sabios que el incienso de Helecho trae lluvia.

Te ama

tu Astrolabio

Anónimo dijo...

como empieza a ser costumbre,llego un poco tarde...pero claro que agradezo enormemente esta dedicatoria :) Has hecho una combinación [muy]dificil de superar:Gatos y Noche..y ya he reconocido mi casi completa ignorancia de Lezama [por qué cosas agradables como éstas no se enseñan en las escuelas?]pero vaya que es agradable su poesía...La Noche tiene ese algo mágico indefinible que también poseen los gatos..sobre todo los negros,cómplices y compañeros de las almas fúnebres...Te prometo en cuanto tenga un poco mas de tiempo buscar mpas sobre él.Y si,me agradan mucho los gatos aunque ahora mismo no puedo tener uno;mi madre los detesta...una vez que llegué a casa con un hermoso gatito negro,su postura fue:"o entra el gato o entras tu"...Ya imaginas el final d ela historia;aun así cuando viva solo planeo tener 2 gatos,ya hasta sus nombres tengo bien pensados...en fin muchos abrazos y gracias de nuevo

Anónimo dijo...

ah..por cierto,justo hace un par de días en un libro muy bueno que estoy leyendo,a ratos...he descubierto a Alejandra Pizarnik,tmb una joya..a ver que puedes comentar de ella en este,tu espacio :)

Yolanda Molina Pérez dijo...

Genial!, en especial porque como otros tantos que se acercan a Lezama no caíste en la trampa de pretender el inútil juego de la imitación, es siempre un placer andar por aquí, un abarazo Yolanda.

Maykel dijo...

Noche, vivimos bajo semejantes tiranías: yo tampoco puedo tener gatos. De niño fui asmático, ahí empezó la prohibición; un buen día el asma se olvidó de mí, sin embargo la regla no se ha roto. Me consuelo entonces siendo gato yo mismo siempre que sea posible la metamorfosis y haga buen tiempo para salir por ahí a reafirmar la independencia, la certidumbre de la sobrevida.
Tú nunca llegas tarde. No importa que demores un poco, siempre llegas.
Cuando empezaron a juntarse gatos en mi lectura de las noches de Lezama, te recordé. Dame tiempo y la Pizarnik también nos entregará lo suyo.
Abrazos para ti...

Maykel dijo...

Yolanda, muchas gracias por darte otra vueltecita. Yo sé cuánto tiene que hurgar, y escribir, y releer fatigosos pliegos una periodista.
Gracias por darme más razones para evitar los mimetismos que a tantos pierden...
Besos para las niñas, y claro, también para ti.

Maykel dijo...

Astrolabio......
Encontré la carta, la leí, ya está guardada en el cofre de los papeles amados, donde guardo mis posesiones irremplazables: un pez de cristal, el candelabro de cobre que me tejieron para llevar mis candiles, el reno de la escribanía, con su manilla de ámbar por la espalda (esto último es un regalo de Lezama).
Tengo tanto para decirte!
Tengo tanto para darte!
Ayer vino a verme Maylé (ya la conoces). Le pusimos música a la conversación: empezamos por el barroco (el clave de Jean Philippe Rameau, los concerti grossi de Arcangelo Corelli) y no paramos hasta las melancólicas danzas de Saumell y Cervantes, los emblemas de nuestro sensual romanticismo. Serví té, y encendí un poco de sándalo. La tarde estaba radiante y yo me hubiera sentido como el Sol si no experimentara a veces el insomnio de los helechos que no se duermen porque se saben solos y a veces para la plenitud del dormir se necesita, latente, el miedo al roce, la certidumbre de que habremos de despertar en compañía, de que nunca será el sueño apenas una pausa en el vacío de dos eternidades...

Anónimo dijo...

Mi querido viajero,

El insomnio de los helechos es tan solo una pausa en tu camino. La adivinas eterna tan sólo porque estás cansado de bogar, y porque el tiempo, como descubrió Albert, es relativo.

Eres un niño-viejo, pero aún niño, y es esa visión sonámbula un gran poder: el de llevar los sueños a la realidad ( no el confundirlos, eso es más bien tarea de otros que dicen la verdad siempre: los locos) Tu inocencia ha de llevarte a buscar el néctar puro, sin contentarte con el pétalo oloroso, ni dejarte engañar por la sutileza de las Dionaea, por eso has de esperar al capullo, aquel que promete abrirse con el rocío. Toda espera ha de tener recompensa, por eso te digo, paciencia, ángel mío, paciencia. Los helechos no estarán solos para siempre en ese corredor de sándalos y acordes nostálgicos, ni han de beber solo té, ni el lecho les será demasiado grande. El amor vendrá. Dicen mis arcanos que eres como la sota de copas, siempre ofreciendo el corazón como bebida, tus emociones, eres de mucha entrega, de pasión, sabes dar, por otro lado dicen que no siempre han de ser las espadas las que se interpongan a tu entrega, ni la Luna tu mensajera ( el arcano de la Luna es como si lloviese hacia dentro) dicen los arcanos que esperes la llegada del caballo de oros, parece ser un viajero, sin embargo aparece como antiguo rey de bastos, esto quiere decir que será alguien que ha vivido mucho en poco tiempo, alguien que dejará un reino por ir en tu busca. ( ¡qué emocionante, viajero, tus arcanos del amor semejan tiempos medievales! caballeros, sotas, reyes.... reinos)

Eso dicen mis arcanos, pero recuerda que el Tarot es un juego, sólo les miré de reojo para saber si los helechos estarán solos para siempre o no, era necesario, porque no me gusta ver suspirar a un viajero. Hermano de senda, ¿estás ahora más tranquilo?

Si fuesen otros los tiempos, puedes estar seguro que diera todo mi reino por un caballo e iría veloz a regalarte un ramo de Nomeolvides, y un beso.

Como el tiempo es "relativo", y siendo comos los Dioses en eternidad y capricho, vuelo hacia ti, esta noche, te dejo un beso, el ramo de Nomeolvides y este poema de mi querida Juana Borrero. ¡No lo leas en voz alta!, es un cojuro poderoso, de tanto repetirlo el olor a nardos se me quedó impregnado para siempre, por eso siempre vienen a mí, confundidas, las mariposas extraviadas y las libélulas guerreras.

Sigue ofreciendo tu copa, Ganímedes, y el amor vendrá a ti.

Un beso, y el Poema prometido

Astrolabio



Última rima

Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.

Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abrasa,
y me causan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.

¡Oh, mi amado!, ¡mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.

Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma.

Víctor Sampayo dijo...

Los gatos, esos "pedazos fluctuantes de oscuridad", tienen una larga tradición dentro de la literatura, porque además de todos aquellos que has mencionado en tu artículo, tenemos a un gato, uno de los más entrañables a mi entender, en la narrativa de Cortázar. ¿Recuerdas al gato calculador en Rayuela? Nuevamente se ligan Lezama y Cortazar, y no creo que sea la última vez...

Animal de Fondo dijo...

¿Y cómo, con esa pasión que todavía siento por Cortázar, no puedo acercarme a Lezama? Acercarme sí, pero no tocarlo. Víctor me ha recordado esos otros gatos, y me desespera (bueno, no me desespera; me esperanza) ver con suficiente claridad algo de lo que es capaz de ofrecer Lezama y no poder cogerlo con las manos. ¡Y encima Yolanda con recochineo! ;)
En todo caso gracias por el esfuerzo, Maykel, te lo agradezco en el alma. Veo, veo la belleza, pero no entiendo la sustancia.
Y Víctor, por cierto, hay nuevos comentarios en la entrada de Isabel II; lo digo porque está maravillosa la calma de Maykel.

Maykel dijo...

Rey Mono, dices muy bien. Hay gatos. Está el de Cheshire, el de la sonrisa y la ironía perennes...
Lezama y Cortázar eran dos felinos también; Paradiso y Rayuela son dos novelas hermanas, cada única irrepetible en su especie.
Me convocas a indagar más en los encuentros de Cortázar con el gordo de Trocadero; Lezama, que sólo viajaba montado en el respaldo de su sillón, observó una vez cómo Cortázar, tan inquieto, a pesar ser apenas pocos años más joven, parecía su nieto recién llegado de París...

Maykel dijo...

Veré cómo te ayudo a ponerle las manos encima de una vez a Lezama, Animal de Fondo, si que esto a la respetable lógica no suena tan aporético como una carcajada de Zenón...
Sí, soy muy paciente, aún con la incomprensión y la furia que puedan obsequiarme. No me gusta ponerle mordazas a nadie y, aunque no me creo obligado a explicar nada a quien se muestra descortés, jamás evadiría una polémica. No quisiera que alguien pudiese creer dejándose llevar por mi silencio, que mis argumentos no saben defenderse solos.
Corralillo se llama el pueblecito más pequeño y humilde -hasta feo- de lo que fue antaño la jurisdicción de Sagua. Si la persona se declara su nostalgia al llevar ese nombre vuelve por aquí no voy a maniatarla -no pienso eliminar su comentario siquiera-. Hablará; luego tendrá que oírme. Y con un poco de respeto se recogerá al final; si no, pues hay filo para darle el golpe de gracia.
Saludos, amigo; si supieras cuánto me agrada que seas ubicuo y no se te escape nada...

Maykel dijo...

Astrolabio, sibila, sota de espadas de cabello largo y puñales rojos, los Arcanos no dicen todo lo que saben; no hablan de mi irrevocable escepticismo, de la certidumbre de destrucción que me ronda las sienes.
Juana Borrero es el conjuro de la posibilidad anhelada; yo estoy más cerca de Julián del Casal:

Pax animae

No me habléis más de dichas terrenales
que no ansío gustar. Está ya muerto
mi corazón y en su recinto abierto
sólo entrarán los cuervos sepulcrales.
Del pasado no llevo las señales
y a veces de que existo no estoy cierto,
porque es la vida para mí un desierto
poblado de figuras espectrales.

No veo más que un astro obscurecido
por brumas de crepúsculo lluvioso,
y, entre el silencio de sopor profundo,

tan sólo llega a percibir mi oído
algo extraño y confuso y misterioso
que me arrastra muy lejos de este mundo.

Y no sólo esto, también aquello de
"Ansias de aniquilarme sólo siento/o de vivir en eternal pobreza/con mi fiel compañero el descontento/y mi pálida novia la tristeza."

No intentes consolarme; yo te sé cercano; sólo obsérvame y compádeceme en silencio como si vieras en mí lo inexorable de un árbol derribado, la inasible frialdad del viento que no sabe cuáles cristales quebrar para guarecer un cuerpo que no existe...

Los Arcanos no dicen todo lo que saben, no...

odette farrell dijo...

Qué bella foto Maykel!

Anónimo dijo...

Que Bastet ande junto a ti por los deltas que a veces describes.

Recuerdo una frase, creo que de Victor Hugo" Dios creo al gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre"
Sera por eso que los poetas se rodean de gatos??

un placer leerte.

ah¡ para el amigo que no llega aun a Lezama, hay un libro de Carlos Espinosa Dominguez Cercanía de José Lezama Lima, publicado en 1986 y que fue retirado de las librerias al poco tiempo de su lanzamiento, creo que es un buen comienzo.
un saludo