domingo, 17 de febrero de 2008

De las ruinas. La pasión por habitar una sagrada estancia (I)


La certidumbre del carácter sagrado de las ruinas me persigue desde la infancia. Con una disposición de espíritu casi romántica recuerdo la primera vez que me adelanté hasta el umbral de la iglesia gótica de mi pueblo, miré sus pequeñas gárgolas; la bóveda con nervaduras ojivales parecía tan inevitable, bien pensada, como el mismo cielo de factura divina. Luego supe de Viollet-le-Duc, sus tesis sobre el gótico, y hasta hoy siempre he creído inútil que las ruinas veneradas de Cluny puedan mostrarme algo que ya no estuviera en los muros agrietados de esta iglesia del siglo XX. El abatimiento de unos muros, la hiedra voraz sobre la desnuda piedra, la ruina física, han simbolizado el dramático fin de las empresas humanas.
Los poetas españoles que meditan sobre la sugestión de las ruinas nunca son indiferentes a su alto rango simbólico, al valor moral que siempre tienen las extinciones. Así Rodrigo Caro en su elegía “A las ruinas de Itálica”:
De su invencible gente
solo quedan memorias funerales,
donde erraron ya sombras de alto ejemplo;
este llano fue plaza; allí fue templo:
de todo apenas quedan señales.
Del gimnasio y las termas regaladas,
leves vuelan cenizas desdichadas;
las torres que desprecio al aire fueron,
a su gran pesadumbre se rindieron.
Quevedo, por su parte, añade a su percepción de las ruinas, la denuncia tácita por la decadencia, el enojo del desastre actual, una protesta:
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Las ruinas ejercieron luego verdadera obsesión sobre la mentalidad romántica, que hizo de ellas un tópico de nobleza y enigmática majestad. La ruina, que ha sido una categoría histórica para la cultura de occidente según la aguzada percepción de María Zambrano:
(...) es una esperanza aprisionada, que cuando estuvo intacto lo que ahora vemos desecho quizá no era tan presente; no había alcanzado con su presencia lo que logra con su ausencia. Y esto, que la ausencia sobrepase en intensidad y en fuerza a la presencia, es signo inequívoco de que algo haya alcanzado categoría de "ruina".

Este sábado salí por la ciudad, a contemplar sus ruinas, quevedescamente caminé por las calles próximas al río, donde los fundadores levantaron sus primeros refugios hacia 1770. Como todas las ciudades que el tiempo ha visitado, ésta tiene el cuerpo muy maltrecho. Es generosa en ruinas y ni siquiera figura todavía en la lista de sitios patrimoniales que cada día es más larga en Cuba. María Zambrano, que habitó La Habana, Roma y Morelia no hubiera desdeñado asomarse a estos salones donde crece la hierba. La filósofa que le escribía a su fraterno Lezama cómo había subido vestida de negro a la acrópolis en Atenas, "la cabeza cubierta con un velo de ceniza", supo que las ruinas se pueblan con los crepúsculos. Y que esta ausencia imposible de contener se desborda arrasadora, como el río en sus legendarias inundaciones, y así las ruinas se pueblan, gradualmente, cuando el sol desciende. Entonces entendemos los legos, en ocasiones indolentes por el hábito de transitar estas calles a diario, que las ruinas se bastan a sí mismas y no necesitan nuestra conmiseración. A la intuición de María agrego yo mi propia meditación sobre el sinsentido de renovar lo que ya fue abatido: la ruina física sólo es el síntoma visible de la ruina espiritual, de nada sirve levantar los muros de la ciudad, si ya ha envejecido demasiado para convocar nuevas fundaciones. Como decía Dulce María Loynaz: "las cosas que se mueren no se deben tocar". Sólo mirar, devotamente desde afuera, para advertir que la estancia sigue habitada en el pasado y nada altera la presencia indefinible, esa extraña abundancia, el aviso de que la poblaremos algún día tal vez con otra ausencia...

14 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

Maykel, la prosa de usted no se lee, más bien se escucha en voz alta. La primera vez que leí a Pessoa me asombraba oír en mí mismo un soniquete en portugués mientras leía, que casi me hacía mirar a mi alrededor, a ver si algún duende se había deslizado hasta mi cuarto.
No entiendo del todo su artículo, pero me gustan las ruinas y los poemas sobre ruinas. Hace años, mi profesor de proyectos me hizo comprender que una de las bellezas de La Habana es todo el tiempo que se refleja en sus fachadas, a través de sus cicatrices, tantos sucesos que están retratados allí y que son humanos.
Me gustaría ver la última foto un poco más grande. Me parece preciosa.

Maykel dijo...

De eso se trata, de las ruinas como metáfora de la temporalidad y de "esperanza" como decía María Zambrano. Uno experimenta lo que es vivir en el tiempo, concepto caro a Heidegger (como ve, amigo, tengo muy subida por estos días la vena filosófica). Quiero dedicarle en breve un comentario a María Zambrano, una española realmente entrañable. Es que la he mencionado casi involuntariamente en poco tiempo (tal vez sea el síntoma de que quiero hablar de ella o con ella), lo mismo que a Lezama que fue su amigo muy cercano.
Esa foto que a usted le gustó la hice a raíz de su comentario sobre Kavafis, quise volver a esas humildes calles, revisitar el espíritu de mi propia ciudad, desconocido para tantos que la transitan.
Ese fragmento de una ruta colonial es lo único que nos queda de la primera mitad del siglo diecinueve, al fondo se ve la fachada de la iglesia de la Inmaculada, que cierra la perspectiva. Aquí he sentido como en pocos lugares la presencia casi tangible y vital del pasado, una sensación de reconocimiento propio en la praxis del tiempo.

odette farrell dijo...

A mi también algo que me fascinó de Cuba fue el tiempo y las cicatrices que se revelan en sus fachadas.

Y eso es algo que también me apasiona del rostro humano... el proyecto que desarrollaré en Albacete trata de eso. Veo al rostro como a un palimpsesto, un manuscrito en el cual más de un texto ha sido escrito sobre el anterior que está a su vez borrado de una manera incompleta y cuyas trazas son aún visibles. Eso es lo que más me fascina del rostro, que día a día es cambiado por las alegrías, tristezas, sorpresas que van dejando su huella.
Y me viene a la mente el tema entonces de las cirugías plásticas... qué horror, y el rostro el verdadero dónde queda?

Anónimo dijo...

Me ha gustado sobre todo el título de tu escrito,que por supuesto,no es que demerite lo demás,sino que esa es justamente la sensación que siento al estar entre ruinas,la de estar en un lugar sagrado..de escuchar las voces de los Antiguos...no hay muchas ruinas por aquí,pero por supuesto que me agradan,igual que los edificios antiguos y las iglesias viejas...Muy buenas tus fotos :)

Maykel dijo...

Odette, no sé cómo algunos consienten en perder el rostro verdadero. En Cuba tenemos una vieja vedette cuyas "remodelaciones" son legendarias. Es una persona excelente, pero me parece que la seducción de parecer joven la ciega. Yo hubiera preferido enrolarme con mi propio rostro en una expedición para encontrar la fuente de la eterna juventud, lo mismo que los españoles del siglo XVI. Ella tal vez me diga que el rostro más genuino que pueda tener cada uno es el rostro ideal, el rostro que queremos tener, el que soñamos... Pero a mí, Odette, lo mismo que a ti, me encantan los palimpsestos, saber que detrás de esas últimas líneas hay otro paisaje. Es un hallazgo maravilloso, de la más legítima arquelogía, el de un gesto, una manera de torcer la boca tal vez, que se remonta a la adolescencia de alguien y pervive a través del tiempo en los avatares del rostro, hasta la arruga, hasta la plenitud definitiva. Esta arquelogía se estudia en los álbumes familiares, en las sorpresivas fotos de ocasión. Por eso a Proust las fotos le gustaban tanto.

Maykel dijo...

Strange, si junto tus sensaciones y las mías, si pasamos juntos bajo el arco que sólo recuerda el triunfo del tiempo, puedo decirte que vivo en un lugar definitivamente sagrado. Por buscar, yo he partido tras las ruinas que no existen. Leí a un viajero del siglo diecinueve, un geógrafo que vino a inventariar las glorias de mi ciudad en 1856,
-él describía unos inmensos ingenios al norte, río abajo, "grandes como pueblos", decía- y partí tras la pista, sin vacilar, deseoso de encontrarme esas ruinas para ofrecerles la visita que hace un siglo no tienen, para que existan todavía y no se borren de los mapas. Hubo otro loco cazador de fantasmas que aceptó acompañarme, fuimos en bicicleta, en la temporada lluviosa. Fue una verdadera aventura, sólo te digo esto, porque sería muy largo describir aquí el camino intransitable, los secretos del monte, así que voy a la conclusión: cuando estábamos cerca de la meta (con un mapa del siglo XIX, pobres ilusos), un campesino que arreaba sus vacas surgió en medio de la maleza. Le preguntamos sobre el paradero de los ingenios, esperábamos oírle hablar de torres, paredes, cementerios olvidados, pero el hombre sólo sonrió a los fallidos exploradores antes de explicarnos, a estos muchachos de la ciudad arruinada, que hacía muchoooooos años que los merodeadores de la propia ciudad habían mudado las ruinas como simples materiales de construcción para la tierra de los vivos, como si los fantasmas no las necesitaran. Hasta aquí duré como arqueólogo de los ingenios. Pero saqué una sorprendente conclusión: esta ciudad, que ya es ruina, también es el destino de las ruinas perdidas, seguro se mudaron para acá todos los espectros. Y las cicatrices que veo en algunas casas nuevas me huelen a cicatrices antiguas, a palimpsesto, Odette me entiende, y tú Strange podrías estar aquí como en el regazo mismo de los antiguos. Dímelo a mí que a veces no sé si soy del siglo XIX, un curioso palimpsesto de persona. Jaja...(la anécdota es absolutamente verídica, aunque algo sazonada por el verbo, claro está)

Maykel dijo...

Ah, y me encanta que a todos les gusten las fotos, que eso no lo he dicho. Puedo asegurar que tienen la virtud de lo espontáneo, pienso publicar más.

odette farrell dijo...

Verdad que los palimpsestos son maravillosos Maykel? Yo tengo una modelo de rostro, la he pintado y dibujado unas 200 veces. Una vez me preguntó si no me aburría pintarla a ella siempre, si no me fastidiaba pintar su mismo rostro. Y yo le demostré a través de mis dibujos que su rostro jamás era el mismo, que tenía tantas facetas, que las alegrías o tristezas de ayer o el tono de la conversación que teníamos en el momento cambiaba el brillo de sus ojos y el gesto de todo el cuadro. Además Nadihelli, así se llama mi modelo y amiga es una mujer de una belleza excepcional... un día te contaré más de ella :))))

Y sí, deleitanos con más fotos de esa Cuba bellísima :))))

Maykel dijo...

Sucede, Odette, lo mismo que con las viejas tesis impresionistas. Basta la luz para investirlo todo con otros matices. Una idea que ronda es suficiente para transformarnos en otra criatura, es que nadie tiene sólo un rostro. Ni siquiera sólo un rostro de la ira o del miedo, por ejemplo, que suelen expresarse con cierta regularidad plástica.
200 caras de tantas nadihellis son rostros distintos y no dudo que algunas ni siquiera se parezcan. Y eso siempre será una gran suerte, sobre todo para ti, pintora.

Anónimo dijo...

Caro Maykel, buscabas la Wicca en el ciberespacio y yo recordaba a Cuba hoy mientras pintaba, a brocha gorda, los muros de una iglesia derruida.

Conozco, como tú, a La Isla, puesto que nací en ella y en ella dejé mis ruinas hace dos años. Sé de la magia de lo efímero, (que en Cuba se vuelve eterno) pues soy de la Vieja Villa de San Cristóbal de la Habana, con sus columnas y sus vacíos, sus grises y rojos ladrillo.

Capricho de los Dioses, buscabas la Wicca, diste con mis alas de libélula. Busqué a mi Cuba en mi tarde de iglesia rota (tu amanecer) y me la encuentro en tu ventana, no solo en las imágenes, sino en tu prosa.

No muy lejos están mis tiempos de largos coloquios con El Maestro, tampoco me es ajena la poesía, por allí anda oculto mi blog de poemas, intentos de escalera en espiral hacia la luz.

Y hoy he aprendido algo, más bien me has enseñado algo: alguien dijo "Nuestro destino llega por los mismos caminos que tomamos para evitarlo". El camino de un Guerrero parece llevarte lejos de casa, sin embargo, con el tiempo y dando de frente con ciertos viajeros, "despertamos" a la realidad de no habernos ido nunca de casa.

Creo que no solo dejé mis ruinas en la Isla, sino mi corazón todo, sino ¿Cómo explicar este aleteo de Tatagua en mi pecho, este crujir de uvas caletas en mis dedos? "Ay de tu isla de la que antes fui mar."

Gracias por asomarte, y gracias por hacerme recordar, que como bien dicen, es volver a vivir.

Bienvenido a mi Otra Isla, la que habito, entra como y cuando quieras, "Los Dioses Escuchan".

Libélula

Maykel dijo...

Veo que eres una sibila, Libélula. Y si nos hemos encontrado así, ha sido otra misteriosa jugada del azar concurrente. Me recuerdas de pronto a dos -en una novela- que leían el Tarot a la mesa de un bar de La Habana Vieja, en el capítulo siguiente las mismas copas chocan en París, y en el otro ya andan por Bambula, la imaginaria capital de las telas arrugadas. El dueño es un armenio casado con una china de Shanghai. La Habana es ahí el sitio universal donde coexisten todas las ciudades y todos los personajes. Lo que dices de partir para permanecer es un descubrimiento que no dejan de hacer los que se van ni los que se quedan alguna vez. Ya yo lo hice, y es muy grato que una libélula tan viajera lo haya notado a la primera ojeada.
Lezama tiene razón otra vez:
"La mar violeta añora el nacimiento de los dioses, ya que nacer es aquí una fiesta innombrable".

Anónimo dijo...

Caro Viajero, por estas tierras han sido días plenos de luces y sombras, y de mucho estudio, añádele, como un buen cocinero, la dulce especia de "los símbolos" en el camino y nuestra costumbre viciosa de querer interpretarlos todos de un solo plumazo.

Los "encuentros" (como esta confluencia de almas en un ciberespacio) son parte de estos misterios iniciáticos, y se aprende más de ellos que bebiendo grimorios.

Me gusta que compartamos el gusto por compartir, es un sello, en medio de estos tiempos, que marca a las almas antiguas, las que más necesidad tienen de experimentarlo todo y de cooperar vibrando juntas, y por eso regresamos una y otra vez, en un ciclo, y hacemos, o intentamos hacer, mucho en poco tiempo, pugnando por manifestarnos con toda nuestra grandeza de seres de luz que somo, en un conglomerado de átomos llamado cuerpo.

En mi camino espiritual aprendí a ver a los Dioses, a Dios, como a un TODO, así le llamo, el TODO, y es un punto de energía eterno, ¿sus cualidades eternas? Amor, Paz, Verdad, felicidad y pureza.

Aprendí también que fuimos creados a su imagen y semejanza: Somos almas, energía pura, puntos de luz idénticos al Todo, y con sus mismas cualidades y que, llenos de "curiosidad" experimental, (almas curiosas que somos) decidimos manifestarnos en este mundo físico. Pero con el paso del tiempo, experimentando cada vez más nuestra "forma material", terminamos identificándonos con ella, olvidando, jugando a olvidar...

Este conocimiento marcó la diferencia en mi manera de ver la vida: No somos este cuerpo que vemos, sino que somos el alma que lo habita y le da vida. Esta visión no sólo hizo que viese las cosas con otros matices sino que me hizo amar también a mi cuerpo como templo de mi alma pues a través de este Yo, el Alma puedo comunicarme, amar y vivir en este mundo.

El ser concientes de nuestro SER, en lo espiritual ( y hablo en general de la esencia de todo credo, religión) se le llama "Despertar". El despertar nos permite "RECORDAR" que somos almas, que somos Dioses, que somos parte del TODO, y que tenemos el poder de Crear ( y de destruir). pero lo maravilloso es que aún cuando estamos "dormidos" es decir, no estando conscientes de que somos Almas, también creamos y destruimos. Por eso ambas cosas son una misma y por eso es una elección individual, el despertar o el dormir.

Yo elegí, como muchos en esta nueva era, el Despertar, pues, como alma terca y curiosa, necesitaba ser consciente de mis creaciones y destrucciones para manifestarlas más allá de lo imaginable, algo así como darte cuenta en medio de un sueño, que estás soñando.. ¿¡Cuántas cosas harías en ese instante!?. Para eso comencé siguiendo los símbolos de mis sueños, luego estos me llevaros a los libros, los libros a los maestros, y los maestros me condujeron a sus caminos, tomé uno de ellos y este me llevó al principio de todo: mi propio interior, mi Ser, mi mejor guía y Maestro, y me confesó, riendo como el niño que es, que desde un principio colocaba las señales que a él me llevarían.

Una vez descubierto el Camino, descansé y pude disfrutar un poco del paisaje por primera vez. A mi alrededor infinitos "caminantes", como yo, peregrinaban a sus templos interiores, y fui feliz de saber que siempre se viaja acompañado.

Un vez dentro de mi templo aprendí que se puede también hablar con el Todo, con Dios, sin necesidad de un Maestro, un oráculo, un altar o de un camino religioso. Y comprobé que, efectivamente, como dicen los libros, Dios está tan solo a la distancia de un pensamiento nuestro, de una palabra, una oración. Y que se manifiesta en todos y en cada uno de nosotros. Y que sólo ve nuestras cualidades pues él mismo , Padre-Madre, es esas cualidades, por tanto no puede odiar o castigar, ni siquiera "vigilarnos" pues la vibración de su energía no puede manifestarse en lo físico, salvo mediante nosotros, sus hij@s, almas... Solo viene a nosotros cuando le llamamos desde bien dentro, y en todo caso somo nosotros quienes vamos hacia él, hacia su hogar, Nuestro Hogar, el de las almas.

Como mismo la fórmula del agua es H20 y sigue siendo la misma ya sea agua de río, o de lluvia, de pozo o agua residual, así mismo nuestra "fórmula" como seres de luz, está intacta. El Tarot y otros "Arcanos", las iniciaciones en misterios, los rituales mágicos, los libros... son solo "pretextos" que nos llevan a comulgar con nosotros mismos,a recordar nuestra fórmula esencial, para hacerlo podemos contar con la "ayuda" del Todo, beber energía directamente de "Dios-Madre" para "recordar"

Un día todos hemos de "recordar" y terminarán nuestras búsquedas,llenaremos los "vacío", pues siempre buscamos lo que ya conocemos de antes, aún cuando no lo comprendamos, sin embargo, es "aceptando" esta búsqueda, cuando recibimos "las señales", ya lo dijo el Maestro Lezama en Paradiso, (si no me falla la memoria) "aceptar es, en el fondo, dar respuestas".

Las respuestas están dentro de nosotros y no fuera como hemos creído por mucho tiempo, es hora de jugar otro juego: el de caminantes del cielo, el de Dioses encarnados. Somos iguales a Ellos, los Dioses de siempre, al "adorarlos" los ponemos fuera de nosotros, al "comulgar" somos uno con ellos, con nosotros mismos, con el Todo, con la humanidad, con la Tierra toda, el Cosmos....al amar a los Dioses que somos, amamos a nuestros prójimos. Y vendrá entonces el Cielo a la Tierra, (Venga a nosotros tu reino) donde la humanidad será todo paz, amor, felicidad, verdad y pureza. Y podremos ir y venir en total albedrío sin olvidarnos de nosotros mismos, como ahora hacemos. Todo está simplemente en Despertar, en cambiar "la conciencia", y para ello hay que conocernos primero.

"Hombre conócete a tí mismo y conocerás al Universo y a los Dioses."

Para conocernos a nosotros mismos hay muchos caminos,infinitos, y todos ellos son igual de válidos y verdaderos, pues la Meta ya está ganada. Solo es cuestión de escoger si "andar" dormidos, con lo cual nos perdemos parte de la magia de un camino cada día diferente, o simplemente hacemos, bien despiertos, camino al andar".

Bendiciones en tu camino Hermano de Senda,

Libélula

Gustavo López dijo...

Más ruinas o cómo se llamen esas islas.

Los lugares olvidados:
http://loslugaresolvidados.blogspot.com/

Los enlaces de ese mismo sitio:
Abandoned Japan / Abandoned Places / C.E.L.A / Fogonazos / Opuszczone

Persones afusellades al Camp de la Bota
http://www.francescabad.com/campdelabota/PERSONES/

Maykel dijo...

Gracias, Gustavo, por mostrar otro camino a esos sitios donde suelo estar. Allí nos veremos...