viernes, 8 de febrero de 2008

Kavafis, camino de la Orplid


Conocimos a Kavafis personalmente luego de una mañana larga, aguardando el turno de conocerlo, entre docenas que querían tratarlo de cerca, una mañana de feria literaria. Entonces no había sido publicado todavía en Cuba; eran unos cuadernos pequeños, con algo de agenda de notas, páginas gruesas, una edición española de cincuenta y seis poemas. Al cotejar esta traducción con los textos publicados por FMESMENOTA, he corroborado que tenemos la misma versión de José María Álvarez. No sé si será la mejor o la más difundida, pero me ha gustado saber que hemos tratado al mismo Kavafis, aquel que conocí de oídas en "Fresa y chocolate" de Tomás Gutiérrez Alea cuando Diego alude a un ritual espacial y anímico para leer al alejandrino.


Lo conocí a mi vez, intentamos introducirnos en la intimidad mutua, nos releímos. Para que la relación no estuviera limitada por la obsesión a veces enfermiza de conocernos cada día, invité a Borges, que a veces articula semejantes versos, convidé a Gastón Baquero, que en sus producciones de "bachiller" sabihondo parece aficionado al mismo tono; de los otros griegos, cuya paternidad Kavafis, orgulloso, enfatizaba, asistieron Teócrito y Erina, uno que oyó un ruiseñor y otro que tuvo su estatua en Bizancio.


Uno de mis amigos que se reveló súbito viajero, conocido de Kavafis la misma mañana festinada del principio, soportó las palabras de este poema, aguantó el peso de descubrirse tan ingenuo, de ser interpelado por el poeta sin ninguna cortesía, admonitoriamente. Su justificación para la partida estaba allí, suscrita por uno que sabía las razones e invenciones de los que parten. La maldición del forastero, destinado a desconocerse al final, en cualquier parte, fue la única amabilidad que se ahorró Kavafis. Él partió, y desde entonces no ha vuelto, no ha podido hacerlo, creo; tal vez comulgue también con Sabina cuando dice: "a los lugares donde has sido feliz no debieras tratar de volver."

Odette, aquí va el poema que te prometí:

La ciudad

Dices "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada
languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios
llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no la hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruído en toda la tierra.

Lezama hablaba de una ciudad, la Orplid, "la ciudad de las estalactitas", donde la imagen y la historia comparten la misma sustancia, no se habla de dualidades, y es la meta de todos los viajes. Kavafis la habitó siempre que pudo, para él estaba en Alejandría, el Egipto helénico. María Zambrano decía también que todos los iniciados necesitan una ciudad, otra manera de aludir a la estancia universal. Aquel "ser de aquí", que proclamaron los poetas origenistas a la díscipula de Ortega, según confesaba ella misma, resonó en sus oídos avasalladoramente. Las estalactitas, ¿dónde están? Dejo que responda Kavafis: "en la desnudez matinal de aquella playa".

11 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

Veo que establece usted, Maykel, relaciones personales con los escritores muertos, al igual que yo hago; tal vez por eso compartimos de algún modo la forma de acercarnos a la literatura. Tengo tres versiones de Kavafis. Seguramente la de Álvarez no sea la más fiel, pero es la más bella, que es lo que importa, pienso. Las malas lenguas dicen que Álvarez no sabe griego y que tradujo a Kavafis del francés y que tal vez lo comparó algo con el original gracias a que su amante de entonces sí sabía griego. Me parece que poco importa todo eso: las palabras, sean de Kavafis, sean de Álvarez, son espléndidas.

Maykel dijo...

Álvarez tal vez no supiera griego pero es un escritor excelente. He consultado otras traducciones de este poema, pero ninguna me gustó más que esta. Y si es cierto que su amante sabía griego me parece una idea muy hábil tener semejante amante.
Con respecto a los poetas muertos, puedo decirle ahora mismo, amigo mío, cuándo conocí a cada uno, dónde, y hasta que límite de intimidad he llegado con cada uno de ellos.

Anónimo dijo...

HoLa....reconozco humildemente no conocer a Kavafis,hasta ahora que tu post y mi curiosidad me han hecho buscar más información...el poema de la cuidad es lindo,especialmente el primer párrafo me ha encantado..es tan..dramático,sentimental..no sé..muy yo :)La verdad que se poco de poesia y poetas,auqn si tengo algunos preferidos. Y te he agregado a mis links. Saludos :)

Maykel dijo...

Strange, espero que este impulso ya te haya permitido descubrir lo bueno de Kavafis que estabas perdiéndote.
Cuéntame de esos poetas que prefieres, intercambiemos.
Los que no conozcas, si quieres, puedo presentártelos.
Gracias por el link.

Anónimo dijo...

:)mmm poetas preferifdos...poetas mas "en forma" me gustan Becquer y Baudelaire (vaya contraste,no?)así como algunos no muy conocidos de un libro que amo...pero mis preferido por sobre ellos hasta ahora es Pessoa.A ti te agrada?

Maykel dijo...

De Bécquer he leído unas leyendas románticas, y me consta que algunas de sus rimas merecen releerse, pero prefiero a Baudelaire, se parece más a mí...
Leí eso que escribiste sobre la antología, y ahora me toca admitir que no conozco la poesía de Lovecraft. Pessoa es maravilloso, sin que haga falta defenderlo aquí, él se hace notar solo.

Pardus dijo...

Hola!
Aquel poema trajo a mi memoria otro de él. respecto de la Odisea ¿el viaje se llama? o ¿Ítaca?
no recuerdo, en fin. eso no es lo que me convoca aca. me dejaste un comentario hace mucho tiempo dondedas cuenta de nuestro gusto - ¡pero que gusto!- por la Ópera ...
te dejo mi correo para que hablemos de ópera por msn para hablar mas distendidamente o si prefieres por correo. fbeay@hotmail.com
Espero tu respuesta
Adiós, Saludos
Fabián

Maykel dijo...

Fabián, un poco tardío, es cierto... pero siempre hay tiempo para hablar de lo verdaderamente apasionante.
!La ópera!
Hablaremos todo lo distendido de que soy capaz.
Ítaca es el cumplimiento, para llegar, en este caso, transitaremos la pasión por los escenarios.
Espera más de ópera aquí.

odette farrell dijo...

Gracias Maykel por deleitarme con este maravilloso y desolador poema.

No obstante sienta ahora el corazón algo roto...

Y por qué crees tu, que también eres poeta que Sabines decía que no hay que volver a los lugares donde fuiste feliz?

odette farrell dijo...

errata: Sabina :)))

Maykel dijo...

Odette, gracias a ti por venir a leer esto que escribo trasnochado por el placer de compartir lo que ya es mío, los versos de otros que me apropié, las palabras oídas algunas vez, ya indelebles...
En poesía no hay absolutos, pero los versos de esa canción me recuerdan una sentencia viejísima de Heráclito, el filósofo de Éfeso: "nadie se baña dos veces en el mismo río". Ni el río ni nosotros somos los mismos. Volver a esos sitios donde antaño fuimos felices puede ser desolador, aún más si las razones de aquella felicidad ya no existen. Entonces duele mucho volver, sería como asistir a nuestra propia ausencia. También decía Borges que "los únicos paraísos no vedados al hombre son los paraísos perdidos". En otras palabras mías: sólo lo perdido, lo pasado, permanece realmente inalterable. Sólo la felicidad ya vivida es absoluta y está como congelada, dispuesta a que la evoquemos cada vez. No digo que no vuelvas a los sitios donde has sido feliz, sino que no deberías tratar de volver si vas en pos de unos días que ya posees, tuyos, paraísos hallados en la memoria.