Es un juego arriesgado, un salto mortal: no me satisfizo ninguna versión española de Clair de lune, de Paul Verlaine, y yo mismo traduje el poema. Traduje obsedido más por la belleza de
la canción de Gabriel Fauré que por los sintagmas desbordados del poeta, que no vaciló en añadir adjetivos al claro de luna, sin el prejuicio de nuestra época por los calificativos profusos. A los traductores hubiera recordado Verlaine el carácter sinuoso y prolijo del rococó, les recordaría que asistimos a una enigmática comparsa de los tiempos de Antoine Watteau (1684-1721). No debe admitirse entonces la regulación a ultranza de los adjetivos ni la tendencia descontextualizadora que condujo a suprimir la mención de los bergamascos, referente que nos sitúa en un carnaval italiano del siglo XVIII. También respeté el polisíndeton, inexplicablemente suprimido por otras versiones. La novedad más evidente que introduje quizá sea la conjunción adversativa de la segunda estrofa; creo que hará más evidente la contradicción de los primeros versos con el resto. En la tercera, anticlímax donde la fiesta galante se fija otra vez al lienzo, parece intacta la extraña luz del claro de luna; intocada quedó también por mí.
Clair de lune
Votre âme est un paysage choisi
Que vont charmant masques et bergamasques
Jouant du luth et dansant et quasi
Tristes sous leurs déguisements fantasques.
Tout en chantant sur le mode mineur
L’amour vainqueur et la vie opportune,
Ils n’ont pas l’air de croire à leur bonheur
Et leur chanson se mêle au clair de lune,
Au calme clair de lune triste et beau,
Qui fait rêver les oiseaux dans les arbres
Et sangloter d’extase les jets d’eau,
Les grands jets d’eau sveltes parmi les marbres.
Claro de luna
Vuestra alma es un escogido paisaje
que tornan encantador máscaras y bergamascos
tañendo el laúd y danzando y casi
tristes bajo sus disfraces fantásticos.
Todo canta en tono menor
al amor vencedor y la vida oportuna,
pero ellos no parecen creer en la felicidad
y su canción se confunde en el claro de luna,
en el sereno claro de luna hermoso y triste,
que hace soñar a los pájaros en los árboles
y sollozar de éxtasis a los surtidores,
los altos surtidores esbeltos entre los mármoles.
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Ilustración: El amor en el teatro italiano, Jean Antoine Watteau, 1716.