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Desde que leí “Viajeras al Caribe”, de Nara Araujo, he coleccionado crónicas de viaje del siglo XIX. En ese volumen comparecen aristócratas, misioneras, plantadoras, damas en busca de salud y escritoras de renombre empeñadas en reseñar lo exótico de la isla de Cuba.
Con desigual talento para la escritura, aquellas viajeras juzgaron lo ignoto situadas en los límites de comprensión que les imponía su procedencia, casi siempre europea o norteamericana. Los juicios suelen pronunciarse desde la analogía con el mundo conocido. La mayoría apenas visitó La Habana, Matanzas, y unas pocas localidades occidentales. Salvo la española Eva Canel, ninguna de las compiladas por Araujo vino a la Villa del Undoso, que parecía carente de forasteros capaces de concebir relatos de su estancia.
La búsqueda que emprendí entonces, todavía inconclusa, ya ha revelado el tránsito de numerosos foráneos que se aventuraron hasta Sagua la Grande cuando viajar por el Undoso en pequeños veleros y vapores todavía era una travesía para audaces.
Estas crónicas, que deben examinarse con suspicacia, poseen sin embargo la clarividencia del que juzga a distancia, con cierta frialdad imparcial, asuntos comunes para el vernáculo que jamás se habrían llevado al papel.
Esta escueta muestra de mi colección de viajeros al Undoso sólo consigna las impresiones que algunos transeúntes tuvieron del río Sagua la Grande, puerta de acceso a la Villa.
He contrastado los fragmentos con imágenes actuales –de hoy mismo- que testimonian una mágica perennidad.
Desde que leí “Viajeras al Caribe”, de Nara Araujo, he coleccionado crónicas de viaje del siglo XIX. En ese volumen comparecen aristócratas, misioneras, plantadoras, damas en busca de salud y escritoras de renombre empeñadas en reseñar lo exótico de la isla de Cuba.
Con desigual talento para la escritura, aquellas viajeras juzgaron lo ignoto situadas en los límites de comprensión que les imponía su procedencia, casi siempre europea o norteamericana. Los juicios suelen pronunciarse desde la analogía con el mundo conocido. La mayoría apenas visitó La Habana, Matanzas, y unas pocas localidades occidentales. Salvo la española Eva Canel, ninguna de las compiladas por Araujo vino a la Villa del Undoso, que parecía carente de forasteros capaces de concebir relatos de su estancia.
La búsqueda que emprendí entonces, todavía inconclusa, ya ha revelado el tránsito de numerosos foráneos que se aventuraron hasta Sagua la Grande cuando viajar por el Undoso en pequeños veleros y vapores todavía era una travesía para audaces.
Estas crónicas, que deben examinarse con suspicacia, poseen sin embargo la clarividencia del que juzga a distancia, con cierta frialdad imparcial, asuntos comunes para el vernáculo que jamás se habrían llevado al papel.
Esta escueta muestra de mi colección de viajeros al Undoso sólo consigna las impresiones que algunos transeúntes tuvieron del río Sagua la Grande, puerta de acceso a la Villa.
He contrastado los fragmentos con imágenes actuales –de hoy mismo- que testimonian una mágica perennidad.
Al llegar á la boca del rio de Sagua la Grande y subiendo por él, se me vino a la imaginación el Missisipí. […] puede decirse, que el rio de Sagua la Grande de la isla de Cuba es la copia del Misissipí de la Luisiana reducida.
Ildefonso Vivanco, escritor y agrimensor español. (1839)
Ildefonso Vivanco, escritor y agrimensor español. (1839)
Es sumamente agradable viajar el rio en tiempo de molienda, viendo relucir las chimeneas de los ingenios que ocupan su ribera; los negros y humeantes penachos resaltando en sus aguas, unidos á los del gracioso vapor Jejen, completando este lindo paisage los buques españoles y estrangeros que suben y bajan […]
J. M. J., viajero anónimo que publicó su relato en las Memorias de la Sociedad Patriótica. (1844)
J. M. J., viajero anónimo que publicó su relato en las Memorias de la Sociedad Patriótica. (1844)
Nada diré de la belleza del rio de Sagua, cuyo curso tortuoso parece creado para variar los puntos de vista y multiplicar más y más las agradables sorpresas.
Ramón de La Sagra, erudito español. (1860)
Ramón de La Sagra, erudito español. (1860)
Y el espumoso mar desde hoy murmura
Por todo el litoral Americano
Las riquezas del Támesis Cubano.
Antonio Miguel Alcover y Jaumé, periodista y poeta español. (1856)
Por todo el litoral Americano
Las riquezas del Támesis Cubano.
Antonio Miguel Alcover y Jaumé, periodista y poeta español. (1856)
Sagua que naces límpido y sombrío
En el rico tesoro
De tu silvestre cuna, y hecho río
Con triste murmurío
Pobre te alejas de tus madres de oro.
Francisco Pobeda y Armenteros, fundador de la poesía criollista. (1879?)
En el rico tesoro
De tu silvestre cuna, y hecho río
Con triste murmurío
Pobre te alejas de tus madres de oro.
Francisco Pobeda y Armenteros, fundador de la poesía criollista. (1879?)
El río abunda en excelentes peces, y la docena de plantadores que se han establecido en sus orillas a veces excursionan y visitan los cayos en su embocadura; y el vecindario, en términos generales, es el más próspero y sociable que yo he visitado en la isla.
John G. Wurdemann, médico de Charleston. (1843)
John G. Wurdemann, médico de Charleston. (1843)
El Sagua ondisonoro
Que del alto Escambray nace a las plantas
Mostrando en sus riberas flores tantas
Como arrastra en su fondo arenas de oro.
Plácido, artesano y poeta. (1840?)
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Que del alto Escambray nace a las plantas
Mostrando en sus riberas flores tantas
Como arrastra en su fondo arenas de oro.
Plácido, artesano y poeta. (1840?)
10 comentarios:
Cada día resisto peor el no vivir en Cuba, Maykel, y con fotos así la serpiente me muerde más duro. ¡Qué bien que podamos verlas a un tamaño mayor! El andarín que desciende al río con un pullover rojo en la imagen de los barcos ha despertado mi envidia de su situación.
Qué bellas fotos! Y también me han gustado los versos de Plácido. Precisamente "Plácido" es una de las canciones que más aprecio no solamente de entre las de Marta Valdés sino entre todas las que he escuchado. Hace muchísimos años que se la pongo a quien se presta, pero parece ser que a nadie le toca como a mí en el adentro. Eso de "el adentro" es porque estoy comenzando a leer de nuevo, por enésima vez (todas las anteriores lo dejé) Paradiso, en la versión de Cintio Vitier que tenía pendiente desde hace tiempo. Llevo pocas páginas, pero hasta ahora las voy entendiendo. Me ha servido de mucha ayuda una nota de Cintio en la que explica cómo Lezama justifica, en una entrevista, una errata evidente (el tipógrafo había copiado una línea de nuevo a 30 líneas de distancia de su lugar, cambiando todo el sentido de la frase). Pues Lezama le atribuye un sentido, explicándolo como si estuviera en el original. Tambien me ha servido comprender que sus imágenes "no vuelven atrás" sino que se proyectan adelante. No, si al final no va a ser tan difícil ;).
Como puedes ver, tengo ganas de hablar.
Un abrazo.
Las fotos del río son preciosas. Compararlo con el Mississipi o con el Támesis supongo que va unido a la nacionalidad del viajero.
Los libros de viajes son apasionantes, pues nos describen -aunque sea desde el punto de vista de su autor-, lugares que seguramente nunca visitaremos.
Un abrazo
Por eso te nombro mi viajero..
"las cosas no son como son, sino como uno las va nombrando.
Ya me han dado de alta del manicomio, de regreso a la realidad,
tu Yordan
Maykel, excelente blog, ha sido para mí un singular descubrimiento...
Animal de Fondo, ¿me creerías si te digo que conozco muchas canciones de Marta Valdés, pero nunca he escuchado "Ay, Plácido?
No sé cómo puede ser.
En cuanto a Paradiso, has escogido una edición bastante expurgada, así que adelante...
Dissortat, tú eres valenciano, ¿cómo se llama el río que atraviesa Valencia? ¿Es el Turia?
Libélula, ya me estaba preguntando dónde estaría el caballito del diablo...
Te hago sitio en otro manicomio.
Gracias por reaparecer.
Yo también he regresado de mi propia temporada infernal.
Te extrañaba mucho...
Yuris, de veras, eres bienvenido...
Un abrazo desde la Villa del Undoso.
Maykel, es urgente que escuches estas canciones. Son dos mis preferidas: "Plácido" y "José Jacinto" (Milanés). Solamente conozco las versiones en que las canta la propia Marta, en un cd, creo que de Egrem, antiguo, que se llama "La música de Marta Valdés" y que por suerte tengo. Ya intentaremos hacer algo.
Un abrazo
¿Podrías subirlas a algún servidor?
Hace tiempo las mencionaste y desde entonces quiero conocer esas canciones de Marta Valdés.
¡Ayúdame a oírlas!
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