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Recién publicaba España en sus gacetas la nueva ley, alguien pedía “el último” en la cola de los nuevos ultramarinos de La Habana. Nadie leyó la hoja donde figura, inmensa, la cifra 1936 como indicio límite para los solicitantes. La cifra de la Guerra Civil. Miles de descendientes de los emigrados a causa de la desigualdad de oportunidades en la España borbónica también solicitan reivindicarse como españoles de ultramar, nuevos indianos –esta vez sin blanca- quieren hacer el camino de retorno a la Madre Patria de donde nunca hubieran salido, a no ser por culpa del abuelo. Ya se ofrecen turnos para el 2015. Para ese momento la ley habrá perdido vigencia, pero les da igual. No importa la ley. Suponen que España hace justicia.
Algunos parientes andan repasando papeles antiguos. Está claro que el viejo embarcó en El Ferrol para el Nuevo Mundo mucho antes de la República de Azaña, y no entendía de política. Vino apenas para ver si medraba. Hizo carbón en una playita olvidada. Con el tiempo, consiguió hacerse de un bote y fue pescador como los apóstoles. Años después era dueño de una flotilla. Bendita América. Después del 59 lo entregó todo. Pudiera pensarse que despojaron, pero no; él había vivido en una choza allá en España y comprendió los nuevos tiempos que se instauraban. Nunca volvió a Galicia. Tal vez porque no le gustaba Franco, o porque le había conocido el tuétano a la isla. No se sabe.
Ahora se cambian lámparas nuevas por lámparas viejas, como en “Las mil y una noches”.
Hay gente terriblemente claustrofóbica.
Algunos parientes andan repasando papeles antiguos. Está claro que el viejo embarcó en El Ferrol para el Nuevo Mundo mucho antes de la República de Azaña, y no entendía de política. Vino apenas para ver si medraba. Hizo carbón en una playita olvidada. Con el tiempo, consiguió hacerse de un bote y fue pescador como los apóstoles. Años después era dueño de una flotilla. Bendita América. Después del 59 lo entregó todo. Pudiera pensarse que despojaron, pero no; él había vivido en una choza allá en España y comprendió los nuevos tiempos que se instauraban. Nunca volvió a Galicia. Tal vez porque no le gustaba Franco, o porque le había conocido el tuétano a la isla. No se sabe.
Ahora se cambian lámparas nuevas por lámparas viejas, como en “Las mil y una noches”.
Hay gente terriblemente claustrofóbica.
4 comentarios:
La historia es un majá que se muerde la cola.
Es una cinta de Moebius...
Qué interesante sería, me parece a mí, Maykel, ver una página con fotografías de ojos de cubanos. Debajo de los ojos habría que poner el país de residencia. Creo que sería más ilustrativo que todas las palabras.
Y es que esos ojos deslumbradores que yo he visto en Cuba no los he visto nunca aquí.
Francisco,
te preparo la galeria cubana de miradas?
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