A la constitución cubana le faltan lectores.
Sorprendí este letrero hace unos meses en una biblioteca. Su proposición me perturbó porque alude a una afición mía. Con preámbulos más o menos poéticos, con invocaciones a Dios o sin ellas, monárquicas y republicanas, conservadoras y revolucionarias, he leído constituciones. En todos los casos fungen como declaración de principios, pocas veces son ley acatada en su totalidad. Por ese carácter de pura expresión puede considerárseles literatura. Que sean buena o mala literatura depende de los contenidos, no del estilo ni de su efectividad jurídica.
La constitución de Cuba -lo que se respeta y lo que aún permanece como proyecto bienintencionado- es una lectura recomendable para cualquier tarde, cuando arrecia el calor y uno sofocado por la sobrevida quiere leer el poema de un país.
4 comentarios:
Supongo que el Estatuto de Autonomía del País Valenciano también es una asignatura pendiente mía. La Constitución Española... bueno, esa la he repasado y me parece bien anticuada.
Abrazos
Mejor escribe, o sencillamente imagina, una constitución para el bosc. Con pensarla y ejercerla en tácitamente basta.
Un abrazo, senyor.
Pues a mí también me gusta leer constituciones, no sé si lo hemos hablado algún día. Me interesan, sobre todo, las de regímenes francamente tiránicos. Hay que ver como las letra de sus constituciones tratan de justificar los desmanes, incluso, les dan cierta lustre. En otras, una cosa es la constitución y otra muy distinto el estado que supuestamente define... Leí hace algún tiempo la de la Kampuchea de Pol Pot. Esa sí no se preocupaba demasiado por tapar la evidencia... aunque si los dirigentes de ese país al menos la hubiesen seguido al pie de la letra, no tuviéramos que haber lamentado el genocidio...
¿Leíste la de Pol Pot?
Era atroz, pero ni así la respetaron...
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