jueves, 11 de junio de 2009

Otra vez el viajero


Para ser un viajero poco dado a llevar equipajes, en las últimas semanas se me ha visto en andanzas que, a fuer de prolongarse en la emoción del conocimiento previo, son viaje infuso para mí, tan reales o irreales como cualquier partida o arribada que haya sugerido alguna vez mi lejanía.

No hablo del elemental “dejà vu”, sensación de torpe reminiscencia; hablo más bien de la naturalidad perfecta de todo, y de la incapacidad de hallar lo ignoto en un país tan largo, y especialmente de mi tenaz afecto por los objetos que el viaje va develando, siempre (re)conocidos desde la lejanía aludida; afecto por lo que reconozco como propio en este viaje de equipaje intrascendente.

Ojalá se entiendan estos apuntes, claridad mía tan oscura.

El verdadero viaje magallánico es el que emprendí hace años hacia una expresión que no accede a dárseme; un decir meridiano que anda buscándome con halo de palabra oída al azar, porque ya sé que no hay decires definitivos…

Verbigracia: me vieron frente a la estación sin trenes, ojo en ristre, haciéndole un retrato a la mujer de bronce que no sé si sea una alegoría majestuosa de Matanzas; llovía, y yo hubiese querido que la lluvia borrase el letrero del pedestal que cifraba la escena en 1883; cuando cruzábamos el San Juan recordé a Milanés –lugar común- y mi vanidad me hizo pensar que sólo yo entre los transeúntes recordaba ahora a Milanés de codos en el puente.

A La Habana se llega como a ningún lado: tanto sitio preliminar y común enrarecen el efecto de llegar: La Habana no tiene principio, de lo que se deduce que tampoco tiene final ni puedas decir jamás que alguna sea “la última casa”.

En La Habana se me vio concentrado en el empeño de fragmentar los espacios para poder entender adónde van todos, qué cuerpos difuminados ven cuando vuelven la cabeza… Sentí que yo venía de otro tiempo, igualmente frívolo pero calmo, más dado a los asentamientos y la perennidad.

Se me vio tras la estatua del Generalísimo, cerca de la capilla remanente de la antigua cárcel de Tacón. ¿Por qué -como bien observaba mi coterráneo Esteban Montejo, único cimarrón biografiado con éxito-, Máximo Gómez mira al norte y ofrece la grupa a los viandantes?

La ciudad proteica es un bosque de caducifolias; yo soy muy provinciano y mal viajero, incapaz de imaginar un destino para otra ciudad de calles circulares.

(De vuelta en la hidalga Sagua la Grande, a 11 de junio de 2009)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querido viajero, grato es que, sin sacurdirse el polvo del camino, usted se asome a su templo para traernos las maletas plenas de recuerdos. Sobre todo aquellos que vienen de mi vieja Villa de San Cristóbal, santo patrón al que con mucha devoción entregué un ramo enorme de girasoles en mis tantos adioses de isla.

Yo también he viajado por estos tiempos, desde en tren hasta con la imaginación he recorrido ciertos pueblos con sus fantasmas y sus perros enormes. (Se empeñan los perros de estos lares a ladrarle al caminante que no a la Luna, quizás como en todos lares) Y han salido recuerdos tímidos, parcos, nada que florezca tanto como para compartir en templos.

Reía yo con la historia de la estatua y el Generalísimo. Hace más de una década, una profesora de mis estudios primarios, nos enseñó los misterios de las estatuas, de como si iban a caballo eran guerreros, si el caballo se sostenía en dos patas, murió en la guerra, si en cuatro, murió de enfermedad o de muerte natural. Di de frente al mar, extranjero que vino a dejar huella, si de espaldas, era Cubano de raigambre. Si sentado en silla, era artista que piensa mucho y así..... no puedo recordarlos todos..

Resulta que andaba yo con mi paje por las calles del Vedado cuando nos asomamos a un parque donde un viejo loco y barbudo tallado en bronce, con lanza y rocín, desafiaba al caminante.

"Y tú que tanto sabes de estos atrezzos-me dijo-cómo carajo murió este".

Era el Quijote del Vedado. Desafiando toda regla sobre estatuas. Su caballo alzado en dos patas decía que murió guerreando, y estando de espaldas al mar, que era cubano.

Os he echado de menos, viajero, mucho.

Amor...mucho amor

tu Yordy

Reinier Barrios Mesa dijo...

Viajar nos impone a los que amamos la noche retos diferentes.... estar en sitios donde nunca estuvimos, tener encuentros que jamás soñamos tener, vivir emociones donde no imaginamos, irnos en una bicicleta a compartir con estatuas de ángeles y con recuerdos de gente que ya no está.... viajar por repartos apagados y cruzar puentes peligrosos.... es siempre lo mejor que entraña viajar..... Yo hace poco viajé ..... y desde entonces sigo deseando enormemente Volver....

Maykel dijo...

Yordy:
Pronto regresaré a La Habana. Vuelvo el 6 de julio y apenas estaré un día. Hay algún mensaje que pueda llevar a alguien en tu nombre? A la India de la fuente tal vez?

"Mirad La Habana ahí color de nieve
gentil indiana de estructura fina..."

Plácido muestra las cifras de su paso, y yo sigo tras el rastro de los antiguos poetas.

Te quiero y te echo de menos...

Anónimo dijo...

También te hecho de menos viajero mío, y me hace muy feliz que me pienses a la hora de visitar la Villa, poeta antiguo tras lo pasos de poetas...

Te pidiese visitaras tantas cosas que me son amadas, pero en sólo un día sería agobiarte con pedidos de monje nostálgico. Por eso te pido sólo una visita a ser posible. Se trata del Palacio del Segundo Cabo donde trabajé. Antes de que entres al patio donde están los ventanales llenos de plantas colgantes con sus flores, verás las columnas enormes.. tienen alrededor una hilera de piedrecitas negras, cada una es un símbolo de esclavo muerto, eso dicen...... cuando entres y pases por debajo de la corona del Rey, camina hacia la izquierda,por la parte del pozo y las arecas y estará la librería Fayad Jamís, con la dulce Cedalia en la revistería y si entras a la librería seguro te atenderá Raudel, si es que aún trabaja por allí, un chico muy majo de ojos azules y pelo negro, poeta delicioso... si lo ves dile de mi parte que nunca he perdido el azul y que le recordamos, Alain (mi paje) y yo, muchísimo, sobre todo cuando escuchamos a Enya...pídele te lleve al estante de los poetas, huele uno de los libros y luego me cuentas....y que me ponga al día de lo último bueno que ha leído, como antes.... y que si recuerda mis barquitos de papel..

No sé si te dejarán pasar más al fondo, donde Cubaliteraria, mi segundo trabajo, "antigua" zona de los criados de Palacio. Si no, no pasa nada, con traerme el olor del libro y que conoscas a Raudel, me sentiré infinitamente en deuda.

Pídele a alguien, quien sea, que por favor te lleven a ver el piano del salón de arriba, ( fue testido de mi primer amante), no te dejarán tocarlo, pero sentirás la música, la misma de la mesa de piedra que hay en el centro, o en las pesceras de porcelana de las esquinas.....donde las editoriales, seguro te cruzarás con Basilia Papastamatíu, a la que en broma llamábamos la María Callas de las letras griegas, bésale las manos pero no le cuentes nada sobre la Callas, ella no lo sabe.. Que te hable de Cortázar, eso le fascina, pues le conoció en persona. Quizás Omar Perdomo esté en el ordenador, como todas las tardes, cuando bajes por la escalinata, fíjate en el cuadro del fondo, son los mogotes de Viñales.

Cuando te vayas a ir de Palacio, ve por la parte izquierda y verás una extraña escultura de piedra.. seguro encontrás alguna suelta en el suelo, si no te regañan demasiado, toma una y haz sonar el resto como un xilófono, verás que delicia.......

En caso que los guardianes de palacio no te dejen pasar, o los portones estén cerrados no pasará nada si no entras, quédate unos segundos frente a Palacio, con los ojos cerrados y siente el olor de los adoquines de madera de la callecita antigua que lleva a él. Y a los vendedores de libros, y la flauta del Restaurant la Mina que seguro estára tocando "El cuarto de Tula que cogió candela", luego de todo esto estarás agotadísimo y con sed.. entra a la casa del agua la Tinaja que estará a tus espaldas, y pide un vaso, no le des más de 20 centavos al viejo bribón de espejuelos negros de toda la vida porque él sabe bien que con un peso compras toda una botella.

Cuando bebas el agua piénsame y yo estaré ahí..

Al final mi único deseo se ha convertido en toda una travesía, viajero, pero me ha venido bien, ha sido como si regresase luego de este tiempo penínsular....

Gracias, gracias gracias.......

un beso mágico por tu magia,

Yordy