viernes, 27 de julio de 2012

Invenciones de Cuba




Un país es una invención. Pocas veces, sin embargo, la poesía y la historia comparten un cuerpo. Alguna vez me han llamado origenista. ¿Qué parece más real: el polvo material de la calzada de Jesús del Monte o las paredes de polvo que construye la luz en el poema de Eliseo Diego? ¿Cómo calar el cuerpo “real” de las cosas? La filosofía no responde, el vaivén de los episodios –la Historia- sólo sugiere respuestas, a menudo sesgadas. Creo que sólo de la poesía hay respuesta atendible para la invención de un país.

¿Y qué ha sido Cuba? Todavía es un sitio donde todo surge. Así la veía María Zambrano a mediados del siglo XX. El atisbo de decadencia y conclusión, tan frecuente en los europeos, no procede aquí: ni las ruinas nos fueron consentidas, la maleza pronto las destruye y todo regresa a su primer estado. Para Cintio Vitier lo arcádico es una categoría primigenia de la poesía cubana. Siento que en la historia y hasta en la política conservamos esa predisposición al arcadismo. El epígrafe de la tumba en el cuadro del francés Poussin se nos aplicará siempre: In Arcadia ego. Muriendo en la aurora de Arcadia, donde la historia comienza.

Otras veces he concebido genealogías que justifican mi invención de Cuba. Hoy argüiré con dos sitios invencionados y reales.

Me reconcilié con el art déco a causa del parque de Camajuaní. No he creído en la sinceridad de ningún estado vertical, salvo el de las palmas, pero me complació la glorieta art déco y aquel cuerpo alargado de la plaza flanqueada de portales. A un extremo del parque hay un pequeño obelisco que exalta la victoria en la última guerra mundial. Es el único pueblo art déco donde puedo comprar un boleto de ferrocarril para Sagua.

La otra invención es mi lado feijoseano. En el cementerio de Guaracabuya corroboré que lo poseo: nunca vi tantas tumbas a flor de tierra y me conmocionaron; las cruces sembradas en los montículos eran las más desnudas que he visto. En algún poema de Feijóo aparece un cementerio con palmas. Los guajiros muertos vigilan entre palmas. Mi vigilia también la hago por una extraña flor.

Ayer se lo explicaba a un amigo, y a menudo necesito explicarlo otra vez a mí mismo. Nadie puede huir de un sitio imaginario. Si ya fue imaginado es probable que obsesione a quien lo imagina. Y Cuba es mi invención.  

4 comentarios:

Yuris Nórido dijo...

Y la mía, ya lo sabes...

Anónimo dijo...

Esto está muy bueno, te felicito

Unknown dijo...

Maykel he leyendote y recorriendo Cuba por google earth, no puedo de otra manera hacerlo, llevas el pulso de toda tu generacion en tu poesia, Hijo como dice Rudyard Kipling en su poema If, Eres todo un Hombre!

Unknown dijo...

❤️