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He viajado de espaldas al camino;
las parábolas valen un ardite,
como el astro menguado
que se oscurece a la voz mía sobre las landas.
Como la hierba de los calveros
es un ardite lo que digo
para alcanzar el cenador
y oír los cuentos de Tanglewood.
Las espaldas del camino me cargan
cuesta arriba
y he dudado si pueda transitar
con fehaciente angustia,
sin temer que caiga de la bolsa
y ruede
y se pierda para mí
un secreto de las landas,
el último sentido ganado por el calvero inmarcesible.
Vacilo ante sus espaldas frágiles
y le azuzo luego a mordidas
rumbo a Tanglewood.
Es moreno y se ateza a mi voz,
ennegrece como el astro menguado sobre las landas,
como el ardite de un calvero
que desaparece en la fronda.
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Foto: Ruinas del palacio de Alfert, Sagua la Grande, 21 de febrero de 2008.
Poesía, de la buena, pura.
ResponderEliminarUn abrazo, argonauta del sur.
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ResponderEliminarbella poesia! es grato leer de lo bueno!
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