Mariela Castro bajo sospecha otra vez. Ella sigue manifestando que el matrimonio entre personas del mismo sexo no es necesario en Cuba; parece creer que la aspiración de alcanzar los mismos derechos de cualquier pareja debe refrendarse fundamentalmente en el ámbito del patrimonio. Concede, sopesa las gracias que otorga, legisla desde su otredad. Pese a su profesión de fe contraria a la homofobia y al talante pugnaz que ha mostrado en estos años sigue pareciéndome demasiado prudente. ¿Quién puede liderar tales batallas por oficio o por designio, sin sentirse parte decidida, beneficiario del propósito que se quiere conseguir?
Mariela hizo sus últimas declaraciones a un periódico comunista francés. A la prensa cubana, igualmente comunista, debería interesarle el tema, que sólo atañe a Cuba. ¿La política editorial de los medios nacionales evade el asunto o es que la directora del CENESEX prefiere debatirlo en Europa para provecho intelectual de los franceses?
Siempre que analizo el liderazgo de Mariela Castro en la lucha de mi país por los derechos de las minorías sexuales planteo más preguntas que respuestas. La mediación de las iglesias quizás sea el punto más polémico. Pienso en los primeros años de la revolución cubana, cuando los progresistas de la nación se pronunciaron con vehemencia contra el racismo y a favor de la igualdad de la mujer. La norma de aquella sociedad era el racismo; la mujer ocupada en “las labores de su sexo”, como puede leerse en tantos documentos legales de la época, era lo corriente; el otro gran prejuicio, de índole política, iba contra los comunistas. Todo fue trascendido a pesar de las resistencias, los remanentes de la discriminación quedaron relegados al ámbito doméstico.
¿Por qué ahora se nos pide paciencia, tránsito gradual, persuasión inútil de instituciones intransigentes cuyos criterios en ningún caso deben influir sobre el Estado? ¿La lucha contra la homofobia se realiza por convicciones sociales y científicas o por cálculo político? ¿Accedería Mariela Castro a darme una entrevista para este blog?
Cuba está urgida de proscribir las actitudes homofóbicas que lesionan la dignidad de los agredidos y la integridad ética de los agresores. No existe, por ejemplo, ninguna estrategia efectiva para combatir la homofobia en las escuelas. ¿Hasta cuándo los niños y adolescentes cubanos seguirán desprotegidos ante los ataques verbales y no descarto que algunas veces físicos de otros condiscípulos?
Recientemente se actualizaron las disposiciones para la admisión de convivientes en las viviendas habaneras. Se exige parentesco. ¿Cómo probarlo en el caso de las parejas del mismo sexo? ¿Ya se instruyó a las instituciones responsables sobre esta posibilidad?
Es imposible evitar en estas circunstancias que las personas LGTB se sientan desprotegidas, menospreciadas, ciudadanos de segunda, y la sociedad no debe tolerarlo más. La proscripción legal de la homofobia y sus conexiones más lejanas es tan urgente como cualquiera de las actualizaciones socioeconómicas que se han promovido en estos meses. La colectividad completa, sin fisuras, sería la gran beneficiaria. El español Paco Vidarte (1970-2008) lo explicaba con argumentos irrebatibles:
[…] la homofobia, como forma sistémica de opresión, forma un entramado muy tupido con el resto de formas de opresión, está imbricado con ellas, articulado con ellas de tal modo que, si tiras de un extremo, el nudo se aprieta por el otro, y si aflojas un cabo, tensas otro. Si una mujer es maltratada, ello repercute en la homofobia de la sociedad. Si una marica es apedreada, ello repercute en el racismo de la sociedad. Si un obrero es explotado por su patrón, ello repercute en la misoginia de la sociedad. Si un negro es agredido por unos nazis, ello repercute en la transfobia de la sociedad. Si un niño es bautizado, ello repercute en la lesbofobia de la sociedad.
Cuando Mariela Castro declara, desde su rol de líder, que el matrimonio de personas del mismo sexo no es necesario y que la igualdad entre las parejas homosexuales y el resto de las parejas será efectivo sobre todo “desde el punto de vista del patrimonio”, sus palabras, que sugieren un avance, repercuten sutilmente en la pervivencia de la misoginia y del racismo. Porque los derechos deben otorgarse sin concesiones, sin atenuantes; porque no están sujetos a negociación.
Mientras en Europa leen las últimas declaraciones de Mariela he planteado –confieso que sin notarlo- las preguntas que le haré cuando ella acceda a darme una entrevista para este blog. Sus últimas manifestaciones públicas, de provecho para los franceses, me alientan: La libertad está en asumir sus responsabilidades, jugárselo el todo por el todo […]
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Feliz Navidad, Maykel.
ResponderEliminarQue el año que llega venga cargado de felicidad para ti y los tuyos.
Gracias, Gino.
ResponderEliminarEs cierto que el tiempo posee un solo cuerpo y los años son apenas convenciones nuestras, pero la sensación de etapa concluida, de paréntesis cerrado, reconforta después de un año difícil.
Un abrazo.
Ya vivo en la montaña, al menos los fines de semana.
ResponderEliminarOtro abrazo.