viernes, 4 de enero de 2008

Cementerio de Reina


Aquí vienen
-a citar con la mudez de sus pasos
la muerte de unos cientos-
dos que sólo parecen corteses y ávidos
a los nobles transeúntes.
La gente infiere,
-apenas vienen dos-
el ostensible gesto es la temeridad
de acudir tardíamente,
cuando ya no basta una obsequiosa mirada
para rendir al portero,
la bestia, el guardián de los muertos.
La tumba de un bachiller,
las grietas magistrales,
curvilíneas,
el trazo de la minuciosa muerte
es el atisbo de un artista obcecado por la moda prerrafaelista.
La muerte de los suicidas,
otro interdicto.
La muerte en el estanque
parece decaída;
es la muerte prerrafaelista,
inunda las tumbas con las aguas invictas de su taciturna piedad.
Un caballo con jaeces bermejos
pasta a la sombra de un naranjo.
Hay dos que leen
-como si tales fueran nuestros deseos-
una inscripción latina en el oscurecido frontispicio.

Agosto de 2007.

1 comentario:

  1. Me parecen geniales tus versos, gracias por compartirlos, te felicito por tener esa maravillosa visión nocturna y sigue escribiendo cosas lindas para los que soñamos con los ojos abiertos.

    Milvia

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