miércoles, 30 de marzo de 2011

La casa de Cernuda

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Iba reconociéndome en la imperfecta noción de
amar por el pasillo tangente.
La escalera de servicio va huyendo
hacia adentro y no alcanzo
a recorrerla como esperabas; lento ha de ser
el silbo que tus piernas ahuecan
en el peldaño anterior
para reducirme a seguirte.

¡Cuántos cuerpos bajo el mío se han mostrado al espejo!

Un desgarro hay en el rostro zaherido por la plata,
acaso la mácula de un mal ilusorio.

Tenía la casa de Cernuda una recámara para amar y seguir.

...


A Eric

El camino de terebintos conduce a su jardín;
un crepúsculo segó
las curvas aterradoras y la rectitud ausente.

He vuelto a dormir de espaldas
con la voz rondándome y
su petición tácita de hacerme caminar
a gatas bajo los arbustos.

En algún aposento
pedalea la máquina de descoserme
los abrigos y las frazadas,
hila su abigarrado deseo de asirme para siempre
a sus vestiduras frívolas.

Foto: Casa que habitó Cernuda en El Vedado. Enero de 2011.

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