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No molestan tus observaciones. Por el contrario, me ofreces la oportunidad de reflexionar sobre algunas generalidades estilísticas y vitales que me atañen.
Sobre la sintaxis y especialmente el vocabulario, a lo que pareces referirte, pienso que el lenguaje sigue siendo pobre para expresar la infinitud de matices que podemos captar. Hay como un desequilibrio entre lo que experimentamos y lo que alcanzamos a decir con las pobres palabras. La poesía -y toda creación es poesía en su instancia primigenia- aspira, como observaba el cubano Raúl Hernández Novás en la obra de César Vallejo, a dejar su marca de idioma poco usual; yo diría, de lenguaje renovado y decantado de sus vejeces. Por otra parte, amigo mío, cada uno escribe como puede, con lo que se tiene a mano. Yo querría usar un protoidioma, como ese que ha visto el analista mexicano Fredo Arias en numerosos poetas, pero mi lengua está contaminada por palabras venidas de cualquier parte y pulirla es tarea titánica que le dejo al viento.
Acerca del otro tópico que te pareció impropio -mi sexualidad-, he aludido a sus accidentes con toda la naturalidad posible. No he hecho profesión de fe homosexual, ni siquiera he invocado a Platón para exponer un noble precedente que ha desconcertado al Occidente judeocristiano. No, jamás lo intentaría. He querido solamente pasar por normal, en esta entrada al menos. Si leíste también una anterior sobre ciertas luchas cubanas por los derechos de los homosexuales, te recuerdo que los discriminados por cualquier motivo -con la ventaja de conocer la lógica enemiga- no tienen a veces más opción que enfatizar su singularidad para defenderse de los que intentan persuadirlos, desde el dislate, de su inferioridad. Eso hicieron las mujeres, los negros y los comunistas durante el siglo XX.
Betanzos también está en la vecindad de La Coruña, así no dudo que por alguna raíz seamos parientes.
Saludos desde Sagua la Grande, Cuba; el sitio donde también se parapetan las certidumbres universales de mi singularidad.
No molestan tus observaciones. Por el contrario, me ofreces la oportunidad de reflexionar sobre algunas generalidades estilísticas y vitales que me atañen.
Sobre la sintaxis y especialmente el vocabulario, a lo que pareces referirte, pienso que el lenguaje sigue siendo pobre para expresar la infinitud de matices que podemos captar. Hay como un desequilibrio entre lo que experimentamos y lo que alcanzamos a decir con las pobres palabras. La poesía -y toda creación es poesía en su instancia primigenia- aspira, como observaba el cubano Raúl Hernández Novás en la obra de César Vallejo, a dejar su marca de idioma poco usual; yo diría, de lenguaje renovado y decantado de sus vejeces. Por otra parte, amigo mío, cada uno escribe como puede, con lo que se tiene a mano. Yo querría usar un protoidioma, como ese que ha visto el analista mexicano Fredo Arias en numerosos poetas, pero mi lengua está contaminada por palabras venidas de cualquier parte y pulirla es tarea titánica que le dejo al viento.
Acerca del otro tópico que te pareció impropio -mi sexualidad-, he aludido a sus accidentes con toda la naturalidad posible. No he hecho profesión de fe homosexual, ni siquiera he invocado a Platón para exponer un noble precedente que ha desconcertado al Occidente judeocristiano. No, jamás lo intentaría. He querido solamente pasar por normal, en esta entrada al menos. Si leíste también una anterior sobre ciertas luchas cubanas por los derechos de los homosexuales, te recuerdo que los discriminados por cualquier motivo -con la ventaja de conocer la lógica enemiga- no tienen a veces más opción que enfatizar su singularidad para defenderse de los que intentan persuadirlos, desde el dislate, de su inferioridad. Eso hicieron las mujeres, los negros y los comunistas durante el siglo XX.
Betanzos también está en la vecindad de La Coruña, así no dudo que por alguna raíz seamos parientes.
Saludos desde Sagua la Grande, Cuba; el sitio donde también se parapetan las certidumbres universales de mi singularidad.
A mi no me parece impropia tu sexualidad, todo lo contrario, impropio me resulta que la ventiles intentando ser normal, te repito, no me molesta la orientacion de cada cual. Y lo que dije del lenguaje que utilizas es realidad, cuasntos de los que te leen iran a un diccionario a tratar de encontrarle el mensaje final de lo que leen, pareces molesto cuando dices que "cada uno escribe como puede, con lo que se tiene a mano" hay cierta arrogancia solapada en esa frase.
ResponderEliminarDiviertete escribiendo.
Tambien yo te saludo, desde Providencia, Santiago de Chile.
ResponderEliminarErnesto.
vivmoreau@hispavista.com
Terciaré, a riesgo de salir trasquilado. Maykel, lo que ocurre con la forma de expresión es una tragedia. Comprendo, porque comparto esta actitud contigo, que cuando se cita el origen de una idea o una frase se hace por modestia, por sonrojo al pensar que alguien pueda engañarse creyendo que la idea -que nos parece brillante- es nuestra. De ahí la atribución. Eso, en un mundo en el que se venden libros y libros con párrafos de dos líneas "de citas", hasta con índice de conversaciones en las que insertar la parrafada y recetas varias para pasar (que se entiende equivale a ser) por "culto" no puede entenderse mas que como arrogancia.
ResponderEliminarDices "escribo como puedo" y yo leo que de verdad reconoces tus limitaciones. En la sociedad desarrollada parace ser que se lee: ¡vaya presunción, pues no dice que sabe leer y escribir, como si eso estuviera al alcance de todo el mundo" jajajajaja, esto último ya es un poco astracanada.
Me encantaría hablar de sexualidad sin emociones, pero me imagino que hasta dentro de trescientos o cuatrocientos años no se podrá. ¡Rilke pensaba que seríamos normales en el año 2000!
Un abrazo, Maykel. Se te extrañaba.
Bueno, sea, Ernesto tiene razón. Yo no estoy con los normales. Esos seres extraños deben ser felices, como espera Roberto Fernández Retamar en su famoso poema, y yo no lo soy. Hace tiempo que milito entre los desposeídos de la normalidad.
ResponderEliminarYo querría, efectivamente, ver en lo oscuro; de ahí mi afición nictálope, que me convida a mirar, aunque yo sea tan ciego como cualquiera para lo invisible. Pero normal no soy. Tampoco lo fueron, de ningún modo, los hombres que admiro.
Afortunadamente, ninguna circunstancia mía, ni siquiera las más peculiares, me avergüenza. Si alguna arrogancia expongo sería la de mi perfectibilidad, ¿y esa quién que sea humano puede censurarla?
Es sencillo: Ernesto no me entiende, pero yo sí lo entiendo. Y confío en que podrá entender un poco si se lo propone.
Animal de Fondo, ¿te he dicho que quiero mucho a Walt Whitman? Cuando digo "las pobres palabras", citaba tácitamente a Rilke.
Estoy limitado por supuesto, en la escritura y en la reflexión acerca de ella. Pero hay en mí una voluntad antigua de hacerme ilimitado.
Ernesto, ojalá que algo de lo consignado aquí -en el blog, no en este comentario- te haya agradado al menos. He querido poner aquí todo lo que soy.
Abrazos a los dos.
A ver, a ver, cuando se es auténtico no hay que pedir disculpas.
ResponderEliminarMaikel, tus eres auténtico amigo mío.
Hay del poeta que tenga que explicar sus versos, ahí se detendría el mundo.
Ernesto: la liviandad no es sinónimo de arte, aunque quieran hacérnoslo creer
de un manotazo.
Vuelva cuando encuentre la ternura agazapada detrás de un disfraz, aunque sea de arrogancia
No en todas partes se “Cuecen Habas” para citarte.
Mi dios.. que polémica tan interesante. Hay que mirar también la razón en las palabras de Ernesto... andamos por sitios demasiado carvernosos en estos tiempos de modernidad. A Maykel le sobra la ternura, le auxilian los libros leídos, los poemas aprendidos de memoria, las muchas experiencias para comprender un mundo peculiar, un mundo que solo es de él. A ese espacio hemos de acercarnos con la incertidumbre de que cada quien vive,escribe, crea, como puede.... Te abrazo viajero, hermoso regalo de cumpleaños leerte.
ResponderEliminarGracias todos.
ResponderEliminar¿El último anónimo es Reinier Barrios?
El auxilio del diccionario me parece legítimo. Para algo existe ¿no? El mérito más mínimo de Maykel sería hacernos más cultos. Pero hay algo más importante: Será necesario dejar claras ciertas posturas con respecto a la sexualidad, hasta tanto la mayoría (los heterosexuales)nos acepten con naturalidad. He pensado mucho sobre el tema. Algunas autoridades de Cuba vinculadas al asunto consideran que establecer asociaciones, o algo por el estilo, nos excluye. Es cierto, pero sin fundarlas también somos excluidos. No se trata de ostentar, de almargar algarabías y sí de establecer posturas. En Cuba ningún intelectual o dirigente homosexual se atreve a "prestigiar" abiertamente con su nombre las campañas por la libre elección sexual...Y sí, tendremos que hacerlo hasta que se logren conquistas como las de Argentina...La entrada de Maykel, al menos estas, no pretende tanto, pero ya se que habla del tema digo lo pienso. Y una aclaración final, el blog de Maykel es absolutamente personal, puede publicar lo que quiera...
ResponderEliminarQue bueno el blog!! y los comentarios, sin desperdicio. Maykel, nombre extraño, me gusta tu estilo de escritura, tiene un dejo de melancolía hasta cuando "dialogás" con los que están alejados de tus pensamientos. Eso es lo maravilloso de los blogs!! Aristóteles decía que las personas con dotes especiales tendían a ser melancólicas y se exaltaban ante la inspiración poética, pero una exaltación casi mística. Acaso la escritura no es un don de los dioses? Por eso, no escribís como podés sino como te dicta esa fuerza mágica de la creación. Sigo leyéndote desde Argentina!
ResponderEliminarVero, qué gusto recibirte desde el Sur...
ResponderEliminarMe incitas a escribir sobre mi nombre.
Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias por tu respuesta!! Tengo un poco abandonados los blogs por falta de tiempo ya que estoy preparando una tesina de licenciatura...y el tema tiene que ver con blogs y literatura. Ya te contaré. Allá en Cuba todo es fuerte, hasta los rayos!!!
ResponderEliminarBesos
Si se me permite ofrecer mi opinión en este espacio público (con las limitaciones de la definición de "público"), no creo que este post hubiera sido necesario salvo que la necesidad de explicarse ahogara a su autor. Nadie tiene que justificarse por cómo es ni por cómo piensa, porque eso es algo que pertenece a su estricta personalidad. El lenguaje es sólo una herramienta, al igual que la cultura, y afortunadamente lenguaje y cultura no son sinónimos, aunque el buen manejo del primero es (sólo a veces) un indicio de la profundidad de lo segundo. Nadie tiene necesariamente que clasificarse según su preferencia sexual, del mismo modo que no debe(ría)mos hacerlo por la raza, el tamaño, el sexo, o cuestiones tan subjetivas como los más cotidianos gustos. Seguimos arrastrando la tendencia clasificatoria del positivismo. La pregunta es ¿hasta cuándo?
ResponderEliminarCuando entendamos que somos personas, así a secas, habremos avanzado lo suficiente en nuestra aceptación como especie.
¿Qué es, en fin, la normalidad? ¿Cuál es, en fin, la "norma"? ¿Quién la impone? ¿Bajo qué discurso de hegemonía?
Afortunadamente ninguno de nosotros somos iguales. Todos somos diferentes, he ahí la riqueza de la vida: esos matices que no nos convierten en seres clonados hasta la saciedad. No existe la simplicidad en ninguno de nosotros: la elección de las formas de vida es algo que debe(ría) ser completamente libre. Atenerse o desmarcarse de una tradición, no deberían ser motivos de exclusiones. No es un discurso del consuelo, es tan sólo la (hoy utópica) aceptación de nuestras diferencias individuales.
El lenguaje o el gusto sexual son sólo dos características del sujeto que escribe este blog, que es sólo una representación de un sujeto real, vivo, al cual no conocemos y nunca llegaremos a conocer, por la simple razón de que es un sujeto en un viaje eterno hacia el conocimiento de sí mismo, como rezaba la inscripción del frontispicio del templo de Delfos. Como mismo lo son en mi sobrino pequeño el gusto por los patines y su capacidad inmanente de hacernos reír con sus frases arbitrarias.
Nos tomamos demasiado en serio las diferencias y solemos juzgar a través de nuestra moralidad, que no es más que la moralidad de los demás, la que nos ha sido y es impuesta. ¿Podemos detenernos, pues, a aprehender a los demás en su riqueza sin juzgarlos constantemente?
Siento mucho si me he extendido. Pero a mí me gusta el aire frío y el color de la tipografía negra sobre fondo blanco, aunque este comentario (¡cosas de la vida!) al final se convierta en algo blanco sobre fondo negro.
Saludos.
Tienes razón, el positivismo sigue persiguiéndonos, y mucho ripio filosófico hemos de trasquilar todavía antes de asumir que la imposibilidad kantiana sigue vigente: el lenguaje, ¿ es expresión, herramienta? Es nuestro medio natural y aún el juicio que hacemos sobre su naturaleza no está exento de errores, pues de él mismo se sirve, impuramente.
ResponderEliminarEn fin, que como asegura el filósofo cubano Alexis Jardines, la realidad y el conocimiento de ella son lo mismo para nuestra escueta humanidad.
Soy entonces mis palabras.
Espero que Ernesto haya comprendido al menos eso.
Gracias, Hangelini, por mencionar a Delfos.
Abrazos.