Ha caído un pájaro. Ante el luminoso fraude de los cristales no advierte cómo su imagen turbia sigue cayendo hacia el fondo. En tales honduras ha internado su canto recóndito de grácil humanidad y desde abajo fragua un ascenso oneroso hasta las sienes del árbol.
Una vez -¿en un poema modernista?- hubo un ruiseñor que se hizo añicos.
He vuelto al mapa donde fue señalado el camino de Lagunillas. La ruta de la caída atraviesa las estepas más inocentes.
Esta noche no iré.
Cerca de las encrucijadas me pierdes. Quién diría que ahí sobreviene un crujido en la sien –un derrumbe interior- y el árbol que vivía conmigo se hunde como un sueño valetudinario.
A la angustia de aguardar por ti sucedió el advenimiento de la piedad. No era compasión lo que esperabas para aquellas alas malogradas.
Ahora sé cómo remontar el hastío de los tristes pináculos.
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Una vez -¿en un poema modernista?- hubo un ruiseñor que se hizo añicos.
He vuelto al mapa donde fue señalado el camino de Lagunillas. La ruta de la caída atraviesa las estepas más inocentes.
Esta noche no iré.
Cerca de las encrucijadas me pierdes. Quién diría que ahí sobreviene un crujido en la sien –un derrumbe interior- y el árbol que vivía conmigo se hunde como un sueño valetudinario.
A la angustia de aguardar por ti sucedió el advenimiento de la piedad. No era compasión lo que esperabas para aquellas alas malogradas.
Ahora sé cómo remontar el hastío de los tristes pináculos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSigue deleitándonos con poemas tan bellos como este.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo tambien me pierdo en las encucijadas,no se porque las ponen si suelen ser tan peligrosas y quien las pone siempre sale perdiendo!adoro como escribes y tu poesia me desvela ,no sere nunca tu libelula ,pero yo si veo luz en ti .
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